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La curiosidad por saber qué está ocurriendo y las ganas de comunicar a la ciudadanía los pormenores de un hecho son los motores de un periodista. En el mejor oficio del mundo, como afirmaba Gabriel García Márquez, es necesario tener criterios de responsabilidad y ética, pues las diversas situaciones que se presentan en el camino del reportero pondrán a prueba si el profesional realmente hace lo que tanto dice.
Como ejemplos de incoherencia podemos citar dos hechos. El primero trata de una comunicadora que en su espacio informativo realiza varias denuncias de corrupción; sin embargo, en la primera oportunidad, da el brazo a torcer al encontrarse frente al dinero. Otro caso sería un periodista que denuncia la violación de las leyes, pero que al estacionarse ni siquiera respeta el paso peatonal. ¿Estas situaciones te parecen sensatas?
El periodismo es una tarea que precisa de juicio reflexivo y un compromiso total con el pueblo. Además, la entrega que una persona debe tener al ejercer esta ocupación es tan grande que, en ciertos momentos, el profesional deja a sus familiares y amigos para salir a las calles a cubrir una noticia.
Che, ¿qué pasa con los jóvenes que estudian Periodismo para ser famosos nada más? Si convertirse en la estrella de la tele es el objetivo de un estudiante, entonces el camino para llegar a la meta no tiene mucho que ver con la carrera de Ciencias de la Comunicación, ya que siendo chef, modelo o cualquier otra cosa, puede lograr el propósito de salir en TV.
El periodismo es una pasión monumental que va de la mano con la realidad. Aunque con esta profesión es difícil convertirse en el hombre más millonario del mundo de la noche a la mañana, la satisfacción que deja es extraordinaria.
Así también, esta noble ocupación ayuda a las personas a crecer en conocimientos culturales, en la capacidad de relacionarse con otros ciudadanos y en percatarse de que hay más al cruzar la frontera de la zona de confort. Ah, a no olvidar algo: el periodismo también desarrolla esas ganas de revelar los detalles más ínfimos de una noticia, más aún cuando existe un deseo por ocultar datos por parte de miembros de una institución involucrada en algún hecho de corrupción.
El pueblo se merece estar informado acerca de las cosas que van ocurriendo en el día a día y si, para obtener detalles, uno debe hacerse un poquito del “rova'atã”, entonces la frase del novelista Azorín queda como anillo al dedo: "¿Por dónde ha entrado usted? Por la puerta. ¿Sabe usted que no se puede pasar? He pasado. ¿Quién es usted? Un periodista".
Por Rocío Ríos (18 años)