Si fuiste acosada en tu trabajo, ¿te animarías a denunciar el delito?

Las historias de acoso en el trabajo están saltando como maíz de pororó al cocinarse. Mariza Irigoyen, Norma Cardozo y miles de jóvenes fueron acosadas en oficinas a cambio de "favores" o ascensos de puestos; pocas se animan a contar sus experiencias.

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Existen muchas mujeres a quienes no les queda otra alternativa que tragarse las ganas de gritar a los cuatro vientos que son acosadas por sus superiores en lugares de trabajo; muchas de ellas tienen hijos y familiares que mantener y deben aportar su ingreso para no pasar necesidades.

Compartir con las demás personas el hecho de que fuiste acosada no es para nada fácil; sin embargo, estos casos están saltando como maíz de pororó al cocinarse. El superintendente de Servicios Generales de Itaipú, Arturo Giménez Gallardo, fue denunciado de haber acosado a Mariza Irigoyen, quien expresó en un audio: "Desde que abro mis ojos, mi vida es un infierno; hasta que me duerma la paso mal". Ella relató que desde que contó su historia, debía aguantarse muchas cosas. "Me llevaron a un lugar sucio donde tenía que limpiar carpetas", comentó.

Norma Cardozo es otra mujer víctima de acoso en su trabajo. Ella había declarado que fue acosada por el exsuperintendente de Servicios Generales de Itaipú, Gustavo Ramírez Afara, y como ella no accedió a sus deseos, fue desvinculada de la entidad. Hizo público un audio del 2014 en el que se le pide a Norma callar el caso porque la familia del acosador no estaba en buenas condiciones.

Es dolorosísimo no poder contar las situaciones de acoso a causa de la amenaza de perder el trabajo y una acusación como principal responsable de la destrucción de una familia. Es más irritable que te digan "sí o sí me vas a necesitar" para ocupar algún cargo público importante. El diputado Carlos Portillo advirtió a una funcionaria judicial que si no le hacía algún "favor", utilizaría su influencia para evitar el ascenso de la mujer en la función pública.

Un alto cargo en cualquier empresa no trae consigo el poder de tratar a las trabajadoras como objetos de complacencia sexual. Ellas necesitan de respeto para que exista una armonía y un buen desempeño a la hora de realizar una tarea normal en la institución. No hay motivos para que las mujeres incómodamente trabajen en lugares donde los patrones tratan, miran y tocan de manera inaceptable a las empleadas.

El conocimiento de casos de acosos en lugares de trabajo va en aumento día a día; esta problemática no es reciente, sino de hace añares. Las trabajadoras están perdiendo el miedo a contar a la sociedad el calvario que viven cuando el jefe utiliza su poder para pasarse de listo con las mujeres.

Por José Peralta (19 años)

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