Solidaridad, el salvavidas de los desamparados en época de frío

Aunque estemos en casa, con las ventanas y puertas cerradas, de igual forma, sentimos frío; imaginate aquellas personas que pasan la noche en “la vereda más acogedora”. Las bajas temperaturas nos invitan a ser solidarios con los más necesitados.

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Cuando el termómetro marca cinco grados, aunque nos encontremos en casa sentimos mucho frío y nos preguntamos cuál será el poder que tienen los desamparados para aguantar las bajas temperaturas. Por eso, tené en cuenta que el abrigo que no usás o la bufanda guardada pueden servirles a los necesitados en este invierno.

A veces, cuesta ponerse en los zapatos del otro; niños, adultos y ancianos en situación de pobreza deben luchar y aguantar todos los días, pues no tienen un techo o una frazada para asegurarles una noche cálida.

“Kiosko solidario”, por ejemplo, fue una iniciativa de dos adultos; dicho lugar recientemente cumplió dos años. Este sitio tiene la misión de ofrecer comidas y abrigos a los que no tienen un techo. La encargada comentó que gente de diferentes zonas acude hasta el kiosko, pues cuando la necesidad es mucha, no importa dónde uno viva.

Asimismo, anualmente, la Secretaría de Emergencias Nacional, con la cooperación de los Bomberos Voluntarios, brinda albergues para que los desamparados pasen la noche. Sí, es difícil ponerse a pensar cómo sería una noche en la calle, mientras uno está acostado con su edredón viendo su serie favorita en Netflix.

En esta temporada también existen varias organizaciones juveniles que se reúnen para realizar colectas solidarias. Así que, si ves a grupos de voluntarios recorriendo el barrio en busca de abrigos, que ya no te sirven, no pienses más de una vez para regalar esas prendas que luego serán donadas.

Por las calles del centro como Palma o Colón, por ejemplo, muchos jóvenes y niños con los pies descalzos se pasan mendigando unas monedas. Con cinco grados, una mano de solidaridad podría calmar los pies y manos frías, pues a ningún ser humano le gustaría pasar hambre y noches heladas.

Con tus amigos o hermanos pueden juntarse y revisar el ropero para descartar las ropas que ya no usarán y luego regalarlas a gente que realmente necesita. Esa campera que te aprieta porque creciste le puede abrigar a un niño sin hogar o ese pantalón que te queda como short le entraría perfecto a un joven que duerme en las frías veredas.

No hay nada mejor que pasar una mano a los que verdaderamente necesitan. Animate y no sientas vergüenza de salir a la calle con tu bolsa de abrigos que puede ofrecer un poco de calor a quienes están temblando de frío.

Por Ezequiel Alegre (17 años)

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