Tener a un familiar o amigo en un hospital público es un calvario de carencias

Comprar medicamentos, esperar horas por una respuesta del doctor y quedarse a dormir con tu ser querido son situaciones que uno debe pasar cuando asiste a un hospital público. Los días se vuelven un calvario cuando uno acude a estos centros de salud.

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Sin lugar a dudas, uno de los momentos más complicados de nuestras vidas es batallar en los hospitales públicos por un amigo o familiar que se encuentra mal de salud luego de un accidente o porque padece una enfermedad difícil de superar. La paciencia no suele ser uno de los mejores aliados, pero la esperanza sí, es lo último que se pierde.

Los principales hospitales de nuestro país no son del agrado de la mayoría de las personas y con justa razón; los centros de salud como el Hospital de Trauma o IPS, que a pesar de que no es una institución pública, se encuentran en condiciones inhumanas y, prácticamente, sin medicamentos.

Por ejemplo, si algún familiar tuyo sufrió un grave accidente o, el mismo padece de una delicada enfermedad y no tenés las posibilidades económicas de asistir a un centro de salud privado, preparate para pasar por innumerables carencias en los pasillos de estos hospitales.

Comprar medicamentos, esperar horas y horas por una respuesta positiva del doctor, lidiar con fallas básicas de algunos pasantes que practican por los pacientes y, sobre todo, quedarte a dormir con tu querido amigo o familiar necesitado, suelen ser los casos más constantes. Igualmente, los padres del afectado, evidentemente, son los más impactados por esta lamentable atención.

Por otra parte, se pone a prueba el aguante del principal perjudicado, que debe soportar desde inyecciones hasta cirugías bastante riesgosas. Acordate que no habrá mejor motivación para él o ella que el apoyo de sus seres queridos; si sos un amigo o un pariente no muy cercano, intentá ser lo menos sentimental posible ya que, en algún momento, te va a tocar consolar y ayudar a los familiares más íntimos que atraviesan este complicado momento.

Deberíamos ser lo más precavidos posibles en cuanto a salud se trata; siendo o no personas pudientes, un grave accidente o una delicada enfermedad también implican pérdidas materiales y de tiempo, en especial, para los familiares y amigos cercanos que suelen organizar polladas o tallarinadas con el fin de subsanar los innumerables gastos en los hospitales.

Esperemos que el nuevo jefe de Estado, Mario Abdo Benítez, cumpla con su promesa y la salud como la educación sean los ejes de su Gobierno. La gente exige, de una vez por todas, mejoras en los centros de salud para que los necesitados ya no tengan que sufrir tantas carencias.

Por Ricardo Núñez (19 años)

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