Violencia familiar: el terror de soportar golpes y humillaciones en silencio

Después de casi dos décadas de ser maltratada, una mujer denunció a su marido, quien cumplirá la condena máxima de seis años por violencia familiar. Es hora de decir “¡basta!” a las agresiones, antes de que los golpes acaben en más trágicos episodios.

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Un hombre fue condenado a seis años de cárcel por violencia familiar. Su esposa, la víctima de los maltratos físicos y psicológicos, no soportó la crueldad que sufrió a manos de su marido durante los casi veinte años que llevaban juntos y decidió denunciarlo en una comisaría.

La condena que recibió Nilvio Natividad Flores es la máxima que se aplica a una persona que es hallada culpable de violencia familiar en nuestro país. Seis años de cárcel no borran el infierno que tuvo que vivir una mujer durante dos décadas; lastimosamente, esa es la medida que dicta la ley en los casos de esta naturaleza.

A muchos les cuesta aceptar la figura de la violencia familiar como un delito grave. Según algunas personas, el marido debe hacerse respetar demostrando a su mujer y a sus hijos quién es el que lleva las riendas del hogar. Es decir, el hombre es la máxima autoridad y tiene la potestad de maltratar física o psicológicamente a algún miembro de la casa, con el fin de “mantener el orden y la disciplina”. Se trata de una práctica arcaica, pero que sigue vigente en muchas relaciones de pareja.

Por otro lado, es importante entender que la mujer no debe aceptar las ofensas bajo ninguna condición. “Aguanto por mis hijos” no es una buena razón para vivir un infierno. Hoy, tu atacante te lastima con palabras; mañana, te dejará unos moretones y, quizás, el otro mes ya no contarás la historia porque los golpes te causarán heridas mortales.

El miedo impide a muchas mujeres hacer las denuncias contra sus verdugos, pero a veces es necesario ese arranque de valentía para terminar con los maltratos y evitar un desenlace fatal.

De alguna manera, todos somos culpables de minimizar los casos de violencia familiar. Las personas que siguen creyendo que las palabras hirientes y los golpes son métodos adecuados para imponer orden en el hogar son culpables; la ley, que condena a los victimarios con penas insuficientes de seis años, es culpable; los que sufren maltratos y callan son culpables; por último, quienes son testigos de algún hecho de agresión y no hacen la denuncia también son culpables.

Nuestra inconsciencia es aceptar que el asesinato solo se trata del capítulo final de una larga novela, que tenía como protagonista a una mujer que soportaba en silencio las humillaciones de su pareja. Por tanto, no debemos esperar a que llegue la última página para darnos cuenta de que los maltratos físicos y psicológicos que recibe una esposa dentro del hogar son graves. Quizás, entonces, ya sea demasiado tarde.

Por Viviana Cáceres (19 años)

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