María Elena Walsh: La partida de Manuelita

Las luces que se encienden alguna vez se apagan; aunque ese brillo irradie para siempre. Es el caso de aquella maestra que desafió –altiva– géneros, edades, geografías y estigmas políticos con la cadencia y melodía de sus versos.

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Con firmeza omnipresente en el terreno de la literatura y la canción infantil hispanoamericana, María Elena Walsh no requiere presentación. Quienes de niños hurgamos en el mundo de fantasía creado por la escritora argentina sabemos que quien acaba de partir es la creadora de una literatura más pura –casi idílica– aunque no por ello menos social y comprometida.


El hartazgo de las censuras y prohibiciones de películas, programas de televisión y libros que propagaban sus creaciones la llevó a publicar en 1979, seguramente, su texto más revolucionario: "Desventuras en el País-Jardín de Infantes".


Allí se refiere, sin tapujos, a la figura del censor, al accionar de la represión y a la misión del autor: "La mayoría de los autores somos moralistas. Queremos —debemos— denunciar para sanear, informar para corregir, saber para transmitir, analizar para optar. Y decirlo todo con nuestras palabras, que son las del diccionario. Y con nuestras ideas, que son por lo menos las del siglo XX y no las de Khomeini (…) Hace tiempo que somos como niños y no podemos decir lo que pensamos o imaginamos. Cuando el censor desaparezca ¡porque alguna vez sucumbirá demolido por una autopista! estaremos decrépitos y sin saber ya qué decir. Habremos olvidado el cómo, el dónde y el cuándo y nos sentaremos en una plaza como la pareja de viejitos del dibujo de Quino que se preguntaban: "¿Nosotros qué éramos...?".

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