"Tren Paraguay": Por las vías del ayer

Con el ferrocarril como eje narrativo, el cineasta paraguayo Mauricio Rial Banti propone una mirada al pasado en un documental de creación que logra, con altura y fineza, realizar el recorrido por las vías de un ya extinto tren.

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Forma parte de una nueva camada de cineastas que apuestan su talento a una misma dirección: nuestras propias historias. Mauricio Rial Banti estudió en la Universidad de Cine de Buenos Aires. Trabajó en producciones nacionales y fue asistente de dirección en Ahendu nde sapukái (de Pablo Lamar, 2008), Karai Norte (de Marcelo Martinessi, 2009) y 18 cigarrillos y medio (de Marcelo Tolces, 2010).

 

Dirigió los cortometrajes La gota que colmó el vaso, ¿Por qué no? y Silenciado, además de programas de televisión y documentales de corto y mediometraje.

 

Es en 2007 cuando Rial se propone el desafío de realizar su primer largometraje. El proyecto –que inició como un boceto de guión de ficción– se convirtió en Tren Paraguay, un delineado documental de creación que toma el abandono del ferrocarril paraguayo en el tramo Asunción-Encarnación como el puntapié de un recorrido por las historias del tren que– aunque perdido– pareciera no detener su marcha en los recuerdos de esos viejos pasajeros.

 

La película fue estrenada en Paraguay el 25 de agosto; y, debido al éxito masivo, permanecerá en cartelera del Villamorra Cinecenter por una semana más.

 

–¿Cómo nace tu primer acercamiento al cine?

–¡Jugando! Creo que sería la respuesta más adecuada. Habré tenido unos 15 años cuando ya andaba por ahí con una cámara haciendo cortos y cosas. Me fascinaba y me sigue fascinando la posibilidad que te ofrece el cine de construir mundos que no existen, y que no por eso dejen de ser verosímiles. Y viajar, creo que viene de mis padres, de aquellos campamentos familiares que hacían las veces de "vacaciones".

Más tarde me tocó viajar mucho por el interior, haciendo ya documentales cortos, y sospecho que ahí fue que realmente terminé de entender que Paraguay no era solo Asunción, sino que había que viajar, meterse para conocer lo más lindo.

Casualmente, ya sea por trabajos personales o como productor o asistente de dirección, siempre me tocaba trabajar en el interior, y sospecho que esto me generó una costumbre casi viciosa (risas).

 

DE VIAJES Y DE TRENES

 

En cuanto a la aventura de viajar –más tarde– a estudiar cine en Buenos Aires, Mauricio lo define como una necesidad. "Hacía ya tiempo trabajaba en audiovisual, y quería poder aprender más sobre la dirección de cine, y tenía un sueño: quería trabajar en fílmico. Quería conocer cómo era eso. Y sabía que en Asunción sería utópico, así que fue ahí que decidí salir".

 

No pasó mucho tiempo para que Mauricio estuviera metido entre latas de 16mm o de 35mm, planillas de "pietaje", claquetas y metros para medir el foco. "¡Y me quedé encantado!",  comenta hoy, con la ilusión y los mayores deseos de tener continuidad de filmar en Paraguay.

 


 

 

Hoy por hoy sé que se están haciendo cosas por recuperar lo poco que queda, y me siento muy bien por eso y "orgullosamente culpable".

–Si un escritor escribe sobre lo que más le motiva y un cineasta filma sobre lo que le apasiona, ¿cómo se produce el férreo acercamiento a estas historias de ferrocarril?

–Porque me apasiona, no solo el ferrocarril: me apasiona la historia del Paraguay; y siento que ese tren fue un testigo mudo de casi toda nuestra historia. Si lo pensamos... él ya estaba cuando la historia aún no se había escrito en los libros.

–¿Alguna anécdota de aquellos días de rodaje, de las inolvidables?

–¡La jornada 19! El otro día me hicieron una pregunta similar y recordé algunas cosas... Luego Víctor Rocholl, que era parte del equipo, me dijo: "Mauri, ¿No te acordás cuando en Yegros, con el corte de luz, se "borró" todo lo grabado ese día?". Y un escalofrío me volvió a correr por el cuerpo. Finalmente la recuperamos, y ahí está ahora en el cine, pero eso más que inolvidable es "olvidable" (risas).

 

 


 

–El proceso de "Tren Paraguay" duró unos cinco años. En algún momento recordabas los inicios con una cámara prestada y tomando el colectivo para hacer Luque-Areguá-Patiño, hasta llegar con la película a las salas de cine. ¿Cuál es la enseñanza que te deja este proyecto, tanto cinematográfica como humanamente?

Cinematográficamente: Dudas. Me deja dudas, ¡y es genial! Y ganas de saber y conocer más y más las posibilidades de un lenguaje tan maravilloso como es el del cine.


Humanamente: Que solo no se puede. Que el cine es un trabajo en equipo. Que ese trabajo no es solo mío, sino de todos los que ahí trabajamos y de todos los que nos regalaron sus recuerdos, sus anécdotas... Y no puedo volver a concebir el cine como una creación en un escritorio solitario.


–Con un intenso recorrido por festivales que inició con el Bafici –en la sección "Flash-back"–, hoy la película llega a distintos puntos de la Argentina con un circuito itinerante. Próximamente estará en el Festival de Cine de Encarnación, al igual que en el DOCDF de México, en septiembre. ¿Cuál es el valor que le das a los festivales, y por cuánto el "Tren Paraguay" seguirá su recorrido?

Los festivales... ¡los festivales! Creo que un festival, en mayor o menor medida, le da envergadura a una película. Son importantes para el círculo del cine; pero –hoy por hoy– con lo que está pasando en las salas del Villamorra, personalmente me doy por satisfecho. Lo que pase de acá en adelante será guía. 


Tren Paraguay supongo que seguirá recorriendo todo lo que la gente quiera, hasta que se le acabe el agua y la leña.

–Con una interesante experiencia en cine (Los paraguayos", "Karai Norte", "18 cigarrillos y medio"), además de trabajos en televisión y publicidad; echando una mirada hacia el futuro, ¿cuál te gustaría que sea tu principal aporte al cine paraguayo?

No sé, imagino que solo eso: un aporte. Siempre que voy por ahí con una cámara y veo a un chiquito que hace esfuerzos y movimientos con el cuerpo rarísimos para tratar de husmear el monitor, o lo que se ve a través de la cámara... me gusta dejarlos ver. Imagino que, de por ahí, ese chico –gracias a que lo dejé mirar por cámara– quizás arranque toda una cadena de cosas y termine siendo un cineasta grandioso, y que nos pase el trapo a todos los de acá a unos años. Ese sería un gran aporte.


Por otro lado, más allá de ser un aporte para el cine en sí, quiero poder ayudar a crear una imagen de nuestro país en la que nos sintamos reflejados y orgullosos, y que a todos nos dé gusto mostrar. Porque así somos.

 

 

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