Cuando anunciaron que la oposición iba a conformar una Concertación Nacional me entusiasmé. Estoy convencido de que la alternancia política y también la partidaria nos regala una mejor democracia para el país, una que, con sus imperfecciones, al menos nos enseña con el paso del tiempo.
En la semana pasada, una marcada por la división en torno al proyecto de Transformación Educativa, se habló de casi todo, menos de la educación. El consenso general parece ser, sin embargo, que la reforma que se inició a mediados de los años 90 fue un completo desastre que sigue causando mucho daño en la sociedad actual.
Luego del azote de desinformación que golpeó el escenario político en Estados Unidos en las elecciones presidenciales de 2016 pensé que el fenómeno de la llamada posverdad se replicaría en Paraguay entre 2017 y 2018, especialmente en las campañas hechas a través de las redes sociales. Sin embargo, solo hubo tímidas acciones que poco incidieron en los resultados electorales en aquel entonces.
Todos los días veo a través de las redes sociales cómo decenas de grupos de voluntarios arriesgan todo lo que tienen y pueden para salvar la vida de las mascotas que sufren maltratos o son abandonadas en las calles de todo el país. Y el cuidado que podemos tener con cada una de ellas habla de nosotros como personas y como sociedad en cuanto hay que diferenciar bien lo que es una tenencia responsable de cada una de ellas, además del maltrato animal.
En enero de 2017, cuatro años antes de la pandemia, el escritor escéptico Michael Shermer publicó una columna en el portal digital Scientific American titulado “Cómo convencer a alguien cuando los hechos fallan”, en el que expone cómo la ciencia evalúa el comportamiento de las personas que se resisten a aceptar determinadas situaciones a pesar de las evidencias.
Cristian Servín es un joven de 21 años que el miércoles pasado fue torturado por la Policía. Su historia se conoció solo porque una persona pudo filmar con su teléfono el momento en el que corría desesperadamente, maniatado, sobre la calle Azara de Asunción con una importante cantidad de agentes de la Montada persiguiéndolo. Fueron ocho cuadras de desesperación, de apenas poder respirar, incluyendo golpes al inicio y al final de su detención, según su relato a varios medios.