El conjunto blanco, séptimo clasificado al final de la fase regular, dispondrá en todo momento del factor campo. En ese sentido espera hacerlo valer imponiéndose a las primeras de cambio al cuadro galo, lo que le permitiría certificar de manea definitiva el objetivo y enfrentarse en las eliminatorias al Fenerbahce turco.
Pero, si no lo consiguiese, aún tendría una oportunidad más el viernes, de nuevo como local ante el vencedor del Bayern de Múnich-Estrella Roja. Eso sí, en caso de no vencer finalizaría su presencia en la actual edición y, de hacerlo, tendría que verse las caras con el Olympiacos griego, campeón de la liguilla inicial.
Es por ello que la idea es no tener que ir más allá del choque ante el París Basketball, un rival muy complicado cuyo juego eléctrico, con precisión en los lanzamientos de tres y de posesiones cortas, se ha ganado el beneplácito de todo el baloncesto continental.
Esas virtudes ya las exhibió en la capital de España hace solo once días, en la penúltima jornada de la temporada regular. Fue un partido en el que anotó diecinueve triples y en el que exigió lo máximo al bando madridista, obligado a hacer 105 puntos para llevarse el triunfo por solo uno de diferencia.
Fue un golpe importante sobre la mesa del conjunto de Chus Mateo, que atraviesa ahora un momento dulce en la temporada al que espera sacarle beneficio, con quince victorias seguidas en la Liga Endesa, la última de ellas a domicilio ante el La Laguna Tenerife, segundo clasificado; y seis en la Euroliga.