El maillot de puntos rojos, medio siglo en la cima del Tour

Luis Miguel PascualLille (Francia), 5 jul (EFE).- "Es el maillot más popular", asegura el director del Tour de Francia, Christian Prudhomme, en referencia al de puntos rojos que identifica al rey de la montaña, una prenda muy querida por el público y por el pelotón que cumple medio siglo.

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No hay más que ver las cunetas de la carrera para darse cuenta de que el maillot de puntos rojos es más seguido incluso que el amarillo que identifica al líder de la general. "Representa las grandes escapadas, la soledad y el sufrimiento de los campeones. Me viene a la cabeza el Águila de Toledo", rememora Prudhomme.

Federico Martín Bahamones, sin embargo, no lo vistió nunca, pero su imagen sobre la bicicleta dominando los puertos ha quedado muy asociada a la de rey de la montaña. No en vano, el español fue el primero en ser distinguido con esa clasificación instaurada en 1933 por Henri Desgrange, entonces 'padre' de la carrera.

Quería con ello recompensar la valentía de corredores que como Bahamontes brillaban en los puertos pero luego perdían buena parte de sus ganancias en la lucha contra el crono.

Sin embargo, no fue hasta 1975 cuando el Tour se lanzó a crear un maillot propio para el rey de la montaña. El primer patrocinador fue Chocolates Poulain y los puntos rojos fueron un homenaje al escalador francés de los años 30 Henri Lemoine, apodado 'P'tits pois', el guisante, lo que llevó a diseñar ese peculiar maillot.

"Es un maillot tan peculiar que todo el mundo lo conoce desde las cunetas. Saben que quien lo lleva es el rey de la montaña, aunque ni siquiera sepan el nombre de quién lo lleva", asegura Prudhomme.

La segunda piel de Virenque

"Para mí era como una segunda piel", asegura Richard Virenque, ganador en siete ediciones del maillot de puntos rojos entre 1994 y 2004, un récord para un ciclista que acabó dos veces en el podio final, en 1996 como tercero y al año siguiente segundo.

Virenque resume bien cómo en Francia han adoptado la prenda de puntos rojos, que han ganado en más de un tercio de las ediciones, una consolación para el país organizador que no consigue el amarillo desde que hace 40 años lo ganó Bernard Hinault.

El premio de rey de la montaña aparece para muchos corredores este año como un objetivo claro. Después de que el esloveno Tadej Pogacar lo ganara en París en 2020 y 2021 y el danés Jonas Vingegaard en 2022, los organizadores cambiaron el sistema de atribución de puntos para no dar más peso a los que pelean por la general.

Durante esas tres ediciones, los puertos que acogían también la meta tenían puntuación doble, lo que frenaba las opciones de los aventureros y hacían que se acumularan todos los maillots distintivos en las mismas espaldas.

El español Carlos Sastre fue el primero que en 2008 se alzó con el maillot de puntos rojos además del amarillo en el podio de París.

Con la nueva normativa, es más difícil acumular ambos maillots, lo que abre la puerta a un gran grupo de corredores, que no luchan por la general, y que colocan el maillot de puntos rojos como principal objetivo.

"Cada vez son más corredores los que prefieren acabar primeros en esta clasificación que pelear por estar entre los diez primeros. Ha ido ganando en importancia", señala Virenque.

Muchos de ellos lo confiesan de forma abierta. En un Tour en el que la victoria final parece prometida a un máximo de tres ciclistas, el resto de los competidores buscan otras motivaciones y el maillot que cumple medio siglo emerge como una de las más importantes.

Un ejemplo de ello es el ecuatoriano Richard Carapaz, vencedor de la pasada edición de la clasificación de rey de la montaña, un triunfo que persiguió cuando vio cómo sus opciones de subir al podio de París se esfumaban.

Carapaz se concentró en ese objetivo que acabó consiguiendo en París, marcando otro hito para el ciclismo de su país.

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