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La sanción dejó dudas y las protestas de los visitantes al juez del partido no se hicieron esperar. En eso el asistente dos, Tiburcio Gauto, quien cubría el ataque de Capiatá, lo llamó al árbitro Cáceres, para indicarle el error cometido con respecto a la mano en cuestión. Entonces Cáceres revió su decisión, indicó que no hubo mano penal y dio suelta neutral para continuar.
El aplazo del árbitro estaba sellado. Pero la ofuscación capiateña partió del propio presidente del club, Óscar Barreto, quien tras el final irrumpió en la cancha con un pique de unos cuarenta metros hacia el árbitro, hasta ser contenido por sus jugadores y por la policía, y ser retirado del campo. Actitud que no condice con un dirigente y que hizo quedar al fútbol en segundo plano.