Vigilancia Sanitaria margina a los laboratorios de menor producción

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La gestión de Gustavo Almada como director de Vigilancia Sanitaria del Ministerio de Salud es cuestionada por un grupo de empresarios, quienes afirman que dicha dependencia da prioridad a los grandes laboratorios en detrimento de los más pequeños por el solo hecho de que  no acceden a pagar las "comisiones" que son exigidas para lograr la certificación.

      No se puede trabajar de él. Es lo que afirman los empresarios de laboratorios de menor porte que tienen intenciones de lograr la certificación para poder ingresar sus productos al mercado.   


 Gustavo Almada es el director de Vigilancia Sanitaria, que está en el cargo desde la administración de Julio César Velázquez como ministro de Salud. Los dueños de laboratorios menores lo acusan de operar en favor de los grandes laboratorios, que finalmente son los que ganan las licitaciones.   

Esto porque existe un contubernio entre Vigilancia Sanitaria y las grandes empresas para obtener la certificación con lo que se aprueba el "Cumplimiento de las buenas prácticas de fabricación y control".
    Existen elementos como para sostener  que la obtención de las certificaciones se logran gracias a "comisiones" que son ofrecidas por los laboratorios.
 

Por ejemplo, cuando Almada se alejó por un tiempo del cargo de director de Vigilancia, lo reemplazó la doctora Carmen Buzarquis, quien había certificado a un laboratorio por solo seis meses, ya que tenía que poner en condiciones algunos requisitos obligatorios.
Sin embargo, al salir Buzarquis e ingresó nuevamente Almada, este mismo laboratorio logró la prórroga de su certificación por un año, que le permitió participar y ganar  una licitación pública.
 Los precios
La realidad es que los laboratorios grandes  ya no pueden competir porque sus costos son muy elevados, por la superestructura que poseen. Es decir, sus costos fijos son más altos, por lo que un producto que a los laboratorios de menor porte les cuesta 100 guaraníes,  los grandes con ese monto todavía ni sus costos recuperan.
 


Otro caso. Un producto inyectable que se llama Imipenen + Cilastatina es un antibiótico que se usa en último caso, cuando ya los otros no hacen efecto. Es un derivado de Cefalosporínico muy fuerte. El costo de ese producto, por ejemplo, trayendo la materia prima, el frasco, la ampolla, sale G. 60.000, costo directo.  Con todos los gastos, el producto llega a 70 u 80.000 guaraníes. El laboratorio Dutriec lo vende a G. 180.000, y según referentes de otros laboratorios, en este caso existiría un contubernio con las autoridades del Ministerio para lograr la venta del medicamento a ese precio.
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