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Se trata de la licitación con el ID 349.610, para la “adquisición de alimentos para las personas privadas de libertad”.
Entre los ítems solicitados, figuran diversos cortes de carne, granos, lácteos, frutas, verduras, aceite y hasta galletitas.
La página web de la Dirección Nacional de Contrataciones Públicas (DNCP) detalla que el monto estimado de la inversión para el próximo año es de G. 38.127.082.898, el equivalente a 6.354.513 dólares, según el cambio de ayer.
Como los llamados se hacen anualmente, este monto presupuestado para el 2019 representa un gasto mensual de G. 3.177 millones, el equivalente a su vez a G. 105 millones por día.
Teniendo en cuenta que actualmente el sistema penitenciario que administra el Ministerio de Justicia mantiene a unos 15.000 presos, cada uno entonces tendría un cupo asignado de solo G. 7.000 por día, que tendrán que ser suficientes para cubrir el desayuno, el almuerzo y la cena.
Las trabas
El llamado se abrió el 4 de setiembre pasado, con la publicación del proceso, y la fecha límite para las consultas era hasta el 30 de octubre pasado, cuando se procedió a la apertura de las ofertas.
Sin embargo, la provisión de los alimentos se retrasará seguramente más de lo que se esperaba debido a una serie de protestas presentadas contra el pliego de bases y condiciones por las firmas oferentes Elvio Ariel Aquino, Bell Mount Internacional SA, Grimex SA y Marilia Industrial SRL.
El portal de Contrataciones también revela que el proceso fue afectado también por una denuncia recibida a través del sistema de gestión de denuncias con protección al denunciante.
También consta una protesta promovida por la firma La Comercial Asuncena SRL contra el pliego de bases y condiciones.
Inmundicia
Si esta licitación no sigue su curso natural en los próximos días, el padecimiento de los reclusos mayores de edad de los 18 establecimientos penitenciarios y de los menores encerrados en los ocho centros educativos será cada vez peor.
Actualmente, los presidiarios viven en una absoluta inmundicia, especialmente en el penal de Tacumbú, donde los pasilleros tienen que rebuscarse entre la basura para rescatar alguna ración que calme su hambre.
Esta situación extrema se contrasta con los presos vip que pagan para meter comida de primera, bebidas alcohólicas y hasta menores de edad sometidas a la explotación sexual.
Otros reos privilegiados explotan cantinas dentro de las cárceles, en las cuales venden drogas y comparten las ganancias con los guardias o directores.