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Ante el avance de la tecnología y la migración de su clientela a las nuevas plataformas de lectura, Nilza emprendió otro negocio poniendo en casa un kiosko que mantiene hasta hoy.
Nilza es una persona que se caracteriza por su simpatía, jovialidad y optimismo, indican sus vecinos, pero son pocos quienes conocen la tragedia que envolvió a su familia cuando su primera hija, de nombre Yolanda, falleció a los dos años y ocho meses de edad atropellada por un vehículo. En esa ocasión, su hija estaba al cuidado de su suegra, mientras Nilza se desempeñaba como cajera de una empresa. El accidente afectó a toda la familia, Nilza cayó en una depresión y le costó superar la pérdida. Por este motivo decidió no trabajar fuera de casa para cuidar de sus hijos. Tras este suceso, Nilza tuvo a Luli, Rebecca y Manuel, en tanto que su marido se mudó a la capital. Fue entonces que tras vivir un tiempo en Coronel Oviedo volvió hace 38 años a su ciudad natal, Caacupé, donde inició la venta de libros y revistas. “El trabajo fue una terapia que me ayudó a sobrevivir”, manifiesta.