Benigno, ni un impuesto más

Los paraguayos pagamos a los servidores públicos los salarios más altos de América con respecto al PIB, y recibimos de ellos los peores servicios del continente.

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En síntesis, nos están robando. Literalmente: Nos cobran como si fueran de primera para servirnos como si fuéramos de cuarta. Y, para empeorar las cosas, el costo de este servicio de cuarta se lleva la mayor parte de la plata que con mucho esfuerzo pagamos para escuelas, hospitales, rutas, comunicaciones, seguridad, justicia y defensa.

La infraestructura vial del país es la peor del continente, la educación es la peor de América. La salud es una vergüenza. No tenemos justicia, demasiados policías son asaltantes y carecemos de defensa. Hasta la energía eléctrica nos la dan fallada.

Pero el ministro de Hacienda, Benigno López, en vez de trabajar en reducir el peso de los servidores públicos en el PIB, su incidencia en el Presupuesto General de Gastos, quiere que paguemos más impuestos sin corrección alguna de esta situación inadmisible, intolerable.

No solamente quiere reducir la deducibilidad en el IRP, disminuir las facturas que podemos presentar para que las compras no se consideren rentas, también busca reforzar el poder del gobierno para fijar la tasa del IVA, que pagamos todos cuando hacemos compras legales.

Y, lo peor, quiere elevar escandalosamente el Impuesto Selectivo al Consumo, que grava los productos que compramos, con subas que van desde 200% para celulares y electrodomésticos, el 100% para jugos y el 10% para motos y autos “chilere”.

Benigno se esfuerza en ocultar todo lo anterior hablando de otros impuestos, menos impactantes en nosotros, “los comunes”, para impedir que resistamos este impuestazo. Benigno no quiere que recordemos que la anterior reforma tributaria, de 2004, que sirvió para cuadruplicar los ingresos del Estado, no se usó para cuadruplicar la calidad de las prestaciones públicas sino para triplicar sin necesidad ni motivo el número de servidores públicos, manteniendo a nuestro país en los mismos niveles pésimos de contraprestaciones estatales.

Le ruego a Benigno, al ministro de Hacienda, que desmienta públicamente cualquiera de las afirmaciones que estoy realizando en esta reflexión, que diga en qué estoy mintiendo, por favor.

Los contribuyentes, en una República democrática como la nuestra, no tenemos obligación alguna de aportar sin contraprestaciones adecuadas, ni por qué pagar nada para que los políticos usen nuestro dinero en contratar a sus clientes, operadores, a sus prebendarios, a sus prostitutas, a sus contratos de privilegio.

La clase política apoya que nos cobren más impuestos porque ella logra votos en las internas de las organizaciones políticas regalando cargos y contratos que nos hacen pagar a nosotros. Es un robo puro y simple, es inmoral. Si Benigno quiere una reforma, lo que debe hacer antes de pedir más impuestos, es acabar con los dispendios y si no se anima a hacerlo, o si no sabe hacerlo, debe dar un paso al costado para que el Ministerio de Hacienda sea dirigido por alguien que se anime a, o que sepa, terminar con el robo.

 

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