Control en vez de dictadura

Alguna gente pretende que, porque sufrimos los políticos que sufrimos, tenemos como única alternativa retornar al sistema autoritario, como proponen Paraguayo Cubas y Horacio Cartes.

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A la “clase” política corrupta que tenemos, hay que cambiarla, según ellos, por unos gobernantes sin control y con poder absoluto. Prometen que vendrán ángeles, arcángeles y los demás coros celestiales a gobernar sin intereses, sin ambiciones, sin tentaciones. Peor aún, nos venden que ellos, Payo y Cartes, son ángeles. Para ellos no sirven las lecciones de Venezuela, que siguió esa receta.

Nunca consideran el axioma de lord Acton: “El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Inglaterra, cuna de la democracia moderna, confirma hoy, con sus partidos traicionando la voluntad del pueblo en el tema del Bréxit, que los políticos de cualquier país son igual de corruptos que los de nuestra “clase” política; que todos los seres humanos, blancos, negros, amarillos, rojos, nórdicos, sureños, asiáticos, latinos o africanos, somos iguales y que el control popular sobre los seres humanos con poder es la única receta funcional, viable y probada.

El control popular sobre los políticos es la solución a nuestro problema, no el autoritarismo que, justamente, se caracteriza por eliminar la vigilancia sobre ellos.

El control sobre los políticos no puede estar en institutos como la Contraloría General o la Auditoría del Ejecutivo o la Fiscalía General del Estado porque dichas instituciones están en manos de los políticos mismos y cualquier arreglo entre ellos, como el pacto abdocartollanista, les garantiza impunidad.

El control popular sobre los políticos son las elecciones en las que el pueblo les puede hacer perder sus empleos. Por eso, la periodicidad frecuente de las elecciones funciona mejor que mil contralorías, mil auditorías, mil fiscalías.

Elecciones limpias, transparentes y sin departamentos de informática preparados para robar elecciones como el de nuestro Tribunal Superior de Justicia Electoral, fraude demostrado en el caso Iturburo.

Cualquier persona que estudie historia constitucional conoce que esto se sabe desde que Lucio Junio Bruto triunfó en la revolución que proclamó la República en Roma, en el año 510 antes del cristianismo, estableciendo elecciones anuales para todas las magistraturas.

Los constituyentes norteamericanos usaron el precedente romano para diseñar la más funcional Constitución democrática del mundo, la de Estados Unidos, que establece elecciones cada dos años. Sabían lo que había que hacer.

Nuestra “clase” política es inmoral y corrupta porque el plazo de poder que tiene sin control popular es largo, cinco años, agravado por el sistema de listas “sábana” que reemplaza el control directo del elector sobre el elegido por el de los caciques políticos (Cartes, Marito, Llano, Efraín, Fadul, Caballero Vargas, etc.) sobre el elegido.

En cinco años hacen lo que quieren y, si satisfacen a los caciques, están seguros de volver a ser incluidos en las “sábanas” con las que se colaron al Congreso, a las juntas departamentales y a las juntas municipales.

La solución, pues, no es más poder a supuestos ángeles, como proponen Cubas y Cartes, sino control popular. El desbloqueo de listas con el doble voto preferencial es el primer paso. La mayor periodicidad de las elecciones debe venir luego.

evp@abc.com.py

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