El desafío de gobernar

Mario Abdo asumió la presidencia de la República y ahora se enfrenta al complejo desafío de gobernar el país los próximos cinco años. Su discurso de asunción casi no dio pistas sobre el camino que andará en los próximos cinco años. Tenía muchas intenciones, pero poca sustancia.

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La conformación de su primer gabinete de ministros es la que da algunas pistas sólidas sobre la forma en que pretende llevar su administración. No habrá la preeminencia técnica que impuso Horacio Cartes en su Gobierno. Los políticos tendrán un espacio relevante, en algunos casos incluso por encima de los técnicos.

Esa decisión tiene un segundo efecto. Apuesta a construir una imagen lo más alejada posible de Horacio Cartes. Seguir con la línea disidente que le permitió ganar las elecciones internas de su partido y que esta vez podría servir para atraer la simpatía ciudadana para respaldar su presidencia. 

Esto, como todo lo que hará Abdo durante su mandato, funcionará para el momento y en el mejor de los casos tendrá una vida útil muy corta. Su presidencia realmente no tiene una base de apoyo político propio que le permita estructurar más allá de la coyuntura. Sin el control del Congreso necesariamente deberá abrir la mesa de negociaciones con todos los sectores políticos. No le alcanza con cerrar alianzas solo con los colorados. Además no se puede pasar por alto que la virulenta interna de la ANR finalmente terminó generando una fractura enorme en el partido. Eso fácilmente podría traducirse en la oposición más férrea que podría tener este gobierno.

La debilidad política del Gobierno le obligará a hacer concesiones importantes para mantener un mínimo de gobernabilidad. El reparto de ministerios apenas fue la muestra de un esquema que se replicará en todo el Estado durante los próximos cinco años. Eso fácilmente podría derivar en la feudalización de la administración pública con el consecuente deterioro institucional que eso implica. Ese, junto a la altísima corrupción del Poder Judicial, serán los riesgos más grandes que enfrentará la presidencia de Abdo.

Tampoco será despreciable la enorme oportunidad que tendrán los partidos de oposición para incidir en el Gobierno. Eventualmente hasta podría ser la plataforma para crear o expandir el poder de los sectores más pequeños. 

Esta serie de alianzas que necesitará el Gobierno para administrar mínimamente el país tiene de fondo la fuerte disputa que está desatada en el Partido Colorado. 

Sin liderazgos reales el control de la ANR es una plaza muy importante que tiene que ser conquistada por algunos de los sectores colorados. Por ahora lo único claro es que esa pelea está en marcha; quiénes serán los contendientes, si habrá tres o cuatro sectores que estarán en disputa y quiénes finalmente se presentarán todavía son cuestiones bastante difusas. Solo el correr de las semanas y meses irá alumbrando el camino. Muchos de los que hoy hablan en privado pidiendo apoyo y arman reuniones para sumar estructura podrían quedar por el camino.

Mario Abdo Benítez mostró su capacidad de articular voluntades y necesidades varias durante la campaña presidencial. Sin dudas la aversión partidaria que generó Horacio Cartes fue un catalizador importantísimo en esa ruta, pero no se puede desconocer que Abdo hizo lo necesario para mantener el grupo.

Pero ahora es momento de gobernar y esa es una cuestión bastante diferente a hacer campaña. Su discurso presidencial lo mostró más en campaña, que en función de presidente de la República. Las próximas semanas y meses nos mostrarán dónde realmente está parado.

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