Fronteras abandonadas

El departamento de Alto Paraguay posee unos 500 kilómetros de frontera con el Brasil, dividida por las aguas del río Paraguay. Constantemente los pobladores denuncian hechos de violación de la soberanía nacional por efectivos policiales del vecino país.

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Uno de los casos más recientes se dio en el año 2018, cuando un grupo de uniformados de la policía federal ingresó a nuestro territorio para apresar a dos compatriotas Ishir a quienes luego acusaron de tráfico de armas, a pesar de que lo único que tenían en su poder en el momento de ser detenidos era una escopeta de fabricación casera utilizada para la caza de animales silvestres. Otro hecho se registró hace apenas unos días cuando un grupo de pescadores de la zona de Carmelo Peralta realizaban una protesta con cierre del río. Los manifestantes pudieron filmar cuando efectivos militares brasileños invadieron la soberanía paraguaya al ingresar en territorio nacional para detener a un compatriota que participaba de la medida de fuerza en rechazo de una ley proyectada en Brasil pero que resultaría perjudicial para los pescadores del lado paraguayo.

La facilidad con la que ingresan a territorio paraguayo los militares brasileños, sin que nadie los moleste, ocurre por el descuido criminal de la seguridad de nuestra frontera por el gobierno nacional. A lo largo de la frontera natural entre ambos países en el lado paraguayo solo existen cinco puestos de control de militares de la Marina.

En números no superan 60 uniformados, que además carecen de medios de transporte efectivos para realizar patrullajes por el río y las armas con que cuentan podrían calificarse como rudimentarias.

En años anteriores y durante la dictadura del general Alfredo Stroessner en la lejana localidad de Bahía Negra existía un destacamento de infantería de Marina o de la Fuerza Armada, con más de 300 uniformados. Actualmente la cantidad de personal uniformado no supera 40 en dicho lugar.

El control fronterizo en esta zona del Alto Paraguay por tierra, agua y aire es prácticamente nulo, por lo que el tráfico de drogas como país en tránsito es prácticamente común y floreciente, ya que los aviones extranjeros, preferentemente bolivianos y brasileños, ingresan a cualquier hora y sin ningún tipo de restricción.

Nuestros parlamentarios deberían munirse de patriotismo y destinar mayor presupuesto a las Fuerzas Armadas a fin de potenciar la seguridad de nuestras fronteras.

calmiron@abc.com.py

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