La gripe y nuestra elección de cura

Ya hay muchas personas engripadas o con secuelas que no se les terminan en meses. Nada más desagradable para el afectado –y también para los demás porque es posibilidad de contagio– que engriparse y tener que seguir con las ocupaciones diarias sin fuerzas, ganas ni motivación. Cuántas veces no hemos asociado una gripe fuerte con la misma muerte a la vera de nuestra cama. Sin embargo, hay quienes se engripan raras veces a pesar de que no se vacunaron y están rodeados de virus y gente infectada. No es suerte, no son superhéroes, sencillamente cuidan sus defensas y saben qué significa prevenir de manera natural. Un cuerpo sano también se enferma, mas la cura es rápida y completa.

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Para los que han decidido no vacunarse y confiar en otros métodos de prevención, hay opciones y hay que llevarlas a cabo, siendo la fundamental mantener una buena alimentación. Mucha gente confía su salud a métodos no farmacéuticos, lamentablemente las autoridades no velan ni debaten, ni siquiera mencionan más allá de una frase suelta que toda la población necesita nutrirse a través de alimentos de calidad y a bajo costo o, mejor dicho, a costo justo. Nuestra acuciante realidad nos indica que la comida “como la gente” es cara, que las personas de estratos pobres y medios consumen mayormente chatarra. Contra todo, si podemos, es mejor hacer el esfuerzo e invertir en alimentos que nos fortalezcan, aunque se tenga que renunciar a otros gastos y gustos.

Para evitar gripes y resfríos tenemos que consumir los llamados “antioxidantes” que encontramos en las vitaminas: C, A, la alicina y el zinc: naranja, calabaza, zanahoria, pescado, jengibre, ajo, cebolla, entre los más accesibles. Si educamos a nuestro cuerpo, él mismo nos irá diciendo sin errores qué necesita consumir. Pero para lograr esta comunicación debemos antes que nada vencer el estrés, luego interesarnos por conocer las propiedades alimenticias, hay abundante literatura sobre alimentos, que además está escrita de manera amena, rica y argumentada. Dentro del mismo objetivo, si nos engripamos con frecuencia, se puede consultar con un nutricionista para obtener un diagnóstico de qué nos falta. Preguntó una vez un motivador: “¿Por qué cargamos el mejor combustible en nuestro auto, pero a nuestro cuerpo le damos mala comida?”.

Otro punto es que para alejar los virus tenemos que equilibrarnos térmicamente, esto significa que cuando baja la temperatura debemos mantener abrigadas principalmente las extremidades: manos, pies y cabeza tanto si estamos al aire libre o en un lugar sin calefacción. La calefacción mal usada es otro tema preocupante (Ej. los colectivos con aire son una pesadilla que llegó para quedarse; cuando hace frío, sencillamente hay que apagar el aire y dejar a temperatura ambiente, con la posibilidad de abrir las ventanillas). Además de usar ropa adecuada, porque muchos se abrigan por demás o desabrigan a destiempo, somos contradictorios (se usa campera para bajo cero con 15 grados; se anda en zapatillas o sale con el cabello mojado cuando hace 5).

Lo bueno siempre está a nuestro alcance. Hay recetas que no pasan ni pasarán de moda, además de ser un placer –aunque somos perezosos para prepararlas, es más fácil, rabiosos y desesperados, atiborrarnos de fármacos antigripales– Por ejemplo, cuando la gripe asoma, sumergir los pies en agua caliente antes de dormir por unos minutos es simple, barato y efectivo.

Heredamos las curas naturales de los pueblos indígenas, no debemos olvidar esto.

Recordar lo que hacían mamás y abuelas no es mero romanticismo, es rebobinar los principios y hábitos de vida, entiéndase vida como salud.

“Trate la enfermedad preferentemente a través de la dieta, absteniéndose del uso de fármacos; y si encuentra lo necesario en una hierba simple, no recurra a medicamentos compuestos” (Abdu’l-Bahá).

lperalta@abc.com.py

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