Nuestra Señora de París

SALAMANCA (España). Apenas se conoció la noticia de que se habían reunido, en menos de veinticuatro horas, setecientos millones de euros para la restauración de la incendiada Notre Dame de París, surgieron los eternos resentidos a mostrar su desacuerdo: ese dinero habría que dárselo a los niños que pasan hambre en el mundo entero. Con seiscientos millones de euros no se soluciona el problema del hambre en el mundo ni mucho menos. Es una visión muy ingenua de cómo funcionan las cosas. Incluso se le criticó a una millonaria brasileña Lily Safra quien prometió un “donativo importante” sin especificar la suma. Lo cual quiere decir que no será llamativa. Le sugieren que destine ese dinero a los niños que pasan hambre en el Brasil. En el hipotético caso que fueran esos setecientos millones completos, no serían suficientes para solucionar el problema del hambre, no digo ya de todo el país, ni siquiera el de la favela Heliópolis y sus 14 villas miseria que se encuentra en São Paulo.

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El incendio de Notre Dame es una verdadera catástrofe que marcará un hito dentro de la historia de la cultura universal a pesar de sus detractores. Lo paradójico es que si digo que voy a destruir las pirámides mayas o aztecas, incluso el Machu Pichu, esa misma gente saldrá en tromba a crucificarme por querer destruir las expresiones de las culturas de los pueblos originarios de América.

La ignorancia es muy grande y sería recomendable que se leyera el libro de Nuccio Ordine “La utilidad de lo inútil” (Editorial Acantilado, Barcelona, 2013) para entender justamente que cosas que se tomaron por inútiles, fueron las que más tarde dieron fundamento a nuestra cultura. La llamada “investigación básica”, la que no busca nada en concreto sino simplemente entender cómo funcionan ciertas cosas, desde la célula, la molécula y el átomo a los agujeros negros del universo, es la que dio fundamento a todas las grandes conquistas de la ciencia.

El gran escritor francés Víctor Hugo, en un discurso dirigido a la Asamblea Constituyente (equivalente al Congreso) dijo, entre otras cosas: “Afirmo, señores, que las reducciones propuestas en el presupuesto especial de las ciencias, las letras, y las artes son doblemente perversas. Son insignificantes desde el punto de vista financiero y nocivas desde todos los demás puntos de vista. Esto es de una evidencia tal que apenas me atrevo a someter a la asamblea el resultado del cálculo proporcional que he realizado” (en Ordine, p. 83). Y agrega un párrafo brillante, digno de su genio: “Pero si quiero ardiente y apasionadamente el pan del obrero, el pan del trabajador, que es mi hermano, quiero además del pan de la vida, el pan del pensamiento, que es también el pan de la vida. Quiero multiplicar el pan del espíritu como el pan del cuerpo” (en Ordine, p. 84).

El poeta, dramaturgo, novelista y fotógrafo francés Théophile Gautier es más radical cuando declara la fealdad de las cosas más útiles: “Solo es realmente hermoso lo que no sirve para nada. Todo lo que es útil es feo, porque es la expresión de alguna necesidad y las necesidades del hombre son ruines y desagradables, igual que su pobre y enfermiza naturaleza. El rincón más útil de una casa son sus letrinas” (en Ordine, p. 60).

Señores resentidos sociales: no se vanaglorien de su ignorancia y respeten el duelo que en todo el mundo estamos viviendo por el incendio de Nuestra Señora de París.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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