Pablo Escobar, un simple “pasero”

Hace dos años asistimos a una serie de conferencias organizada por el Instituto de Desarrollo de Frontera (IDEF) en Foz de Yguazú, Brasil. Uno de los temas que acaparaban nuestro interés estaba a cargo de un jefe de la Policía Federal del Brasil y trataba sobre “El crimen organizado en la frontera”.

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El policía mostró en su exposición todo el camino que seguía el contrabando de juguetes desde Ciudad del Este hacia diferentes puntos llegando a Río de Janeiro, San Pablo y hasta otros lugares recónditos del Brasil.

Quedamos medio decepcionados; esperábamos que el expositor nos hablara de los criminales, el tráfico de armas, drogas y los grupos mafiosos que operan en la frontera entre Paraguay y Brasil. Sin embargo, se centró sobre el contrabando de juguetes.

“Ustedes se preguntarán, dijo casi al finalizar su conferencia, qué tiene que ver el contrabando de juguete con el crimen organizado?”, y respondió al toque: “El esquema que utilizan los que llevan juguetes de contrabando es el mismo que se utiliza para transportar armas y drogas”. Si no se combaten este tipo de actividades ilícitas, las organizaciones delictivas terminan poniendo en peligro la soberanía del país y destruyen el Estado de Derecho.

Con la excusa del “aichejáranga” (pobrecitos), nuestra sociedad acuñó el eufemismo de “paseros” para denominar a los contrabandistas. Supuestamente son los pequeños comerciantes que traen mercaderías para los almacenes de barrio o consumo familiar. Con ese ropaje y con la complicidad de los funcionarios de la Aduana, del Departamento Técnico Aduanero de Vigilancia Especial (Detave), del Ministerio de Industria y Comercio, del departamento de Delitos Económicos de la Policía y efectivos de la Armada Paraguaya, se dejan ingresar diariamente a nuestro país toneladas de mercaderías de contrabando. Entran por los mismos puestos de la Aduana sin ningún control y llenan depósitos y camiones que luego inundan el país con estos productos e inclusive actúan como proveedores de grandes supermercados. No son simples almaceneros, sino contrabandistas.

Convengamos que el contrabando siempre existió y existirá, el problema está cuando los organismos encargados de combatirlo son los que lo propician, y la sociedad consiente con eufemismos y demagogia.

Después, nos escandalizamos cuando un narcotraficante erige su imperio en toda una comunidad y llega a ser autoridad u ocupa una banca en el Congreso. El esquema de contrabando que se utiliza para introducir baratijas es el mismo, para transportar mercaderías ilícitas.

No hay que olvidar que Pablo Escobar Gaviria comenzó siendo tan solo un simple “pasero”. ¿Cuántos Pablos pueden estar gestándose y ocultándose en esa seudolastimera realidad de que trae supuesto “contrabando de hormiga” hacia Paraguay.

nelson@abc.com.py

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