Penas y alegrías: de vuelta a la escuela

Después de las fiestas de fin de año, el inicio de una nueva etapa se siente más cuando empiezan las clases. Ya casi llegamos al primer día. Las vacaciones, como se hayan podido tener, quedan en las fotos del celular hasta el próximo verano. La escuela significa para las mamás y los niños una etapa de mucho movimiento, entre entusiasmo y preparación física para aguantar las maratónicas corridas. Los grandes negocios ya guardaron los enseres navideños y se llenaron de útiles escolares; hay niños gritando eufóricos que quieren tal personaje en sus mochilas y tazas. El poderoso merchandising infantil ha arrancado y para todos los presupuestos.

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Cuando somos niños generalmente nos produce alegría, curiosidad, una especie de adrenalina concurrir a la escuela, porque es el lugar donde, además de aprender cuentas y lectura, desarrollamos nuestras herramientas sociales, nos probamos como humanos. Los padres pagan por una buena educación para sus hijos, y todos hablamos en general sobre la necesidad de educación de otros niños, pero nuestra realidad acaba mostrándonos que la situación de las escuelas públicas continúa en terapia intensiva, no hemos sido informados, por ejemplo, de cuántas escuelas malhechas se beneficiaron con la atención y el presupuesto gubernamental, qué se hizo y dónde durante el receso escolar. Cuando empiezan las clases, vuelven los reclamos salariales de los docentes a la par de las noticias de derrumbe o falta de infraestructura.

La situación de las escuelas públicas paraguayas dista años luz de brindar a los niños la preparación necesaria para un futuro de desarrollo, peor aún, para miles ni siquiera de mera supervivencia.

No hacen falta estadísticas, lo corroboramos en el día a día, en el bajo nivel de formación básica de los niños y adolescentes, de jóvenes que ingresan a universidades privadas y se reciben de licenciados, médicos, abogados, etc. con bajo promedio. En el abandono total de muchas escuelas sin baños, sin pupitres, con paredes y techos a punto de caer, ¿qué inspiración pueden tener maestros y niños? Con mucha frecuencia la frondosa sombra de un árbol suple la falta de aulas.

¿De dónde viene la miseria en la educación pública y sus terribles consecuencias?

El aniversario de la caída del dictador Stroessner sirve para hacernos reflexionar sobre las raíces de nuestra desgracia educativa; de cómo las escuelas eran usadas como PC político, con maestros que tenían que tener sí o sí la afiliación y adoctrinar a los alumnos a favor de “el único líder”; donde no hubo lugar para aquellos maestros que se opusieran al régimen, que enseñaran a pensar, en su lugar quedaron brutos funcionales a la dictadura. A 30 años, el sistema educativo del Paraguay sigue figurando entre los peores del mundo, esto es lo que como padres y maestros tenemos que considerar antes de repetir el optimismo de moda: “Solo depende de tu esfuerzo”. No es así. Cuando condenamos a las personas porque son “burras”, sepamos de dónde viene el alfabetismo, la cortedad. La escuela pública donde se obtenga la base académica y social, la verdadera igualdad de oportunidades sigue en planes, sueños y proyectos.

“El que abre la puerta de una escuela, cierra una prisión” (Víctor Hugo).

lperalta@abc.com.py

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