La canasta mecánica

EL DIVINO DINERO.- En busca de la libertad política y económica, tanto una parte de la derecha como liberales y socialistas se distanciaron de toda idea que connotara espiritualidad. La política, falta de presupuestos ético-espirituales, sin sensibilidad intuitiva en relación con cada persona, privada de la inteligencia del corazón en la solución de los problemas colectivos, se convirtió en un instrumento de violencia, abuso de poder y corrupción.

La canasta mecánica
La canasta mecánicaArchivo, ABC Color

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Recordemos que el liberalismo moderno (y toda la Ilustración europea) fue en gran medida una reacción en contra de la religión tradicional. El grito de guerra de Voltaire, “¡Recordad las crueldades!” –recordad las brutalidades causadas a hombres y mujeres en nombre de Dios y acabad con ellas... y de paso acabad también, de una vez por todas, con ese Dios– se propagó rápidamente. Por su parte, la izquierda asumió el pensamiento de Karl Marx: “La religión es el opio de los pueblos” y, como consecuencia, la religión quedó en manos de los conservadores, predispuestos a imponer sus creencias y a decirnos lo que tenemos que hacer para salvar nuestra alma.

Tanto la izquierda como la derecha fracasaron en su intento de conducir los destinos de la humanidad, porque tendieron a reemplazar a Dios por el Divino Dinero, a sustituir la salvación divina por la salvación material. Entre la terrenal tiranía de lo colectivo y, la no menos terrenal como egoísta tiranía del individualismo, el pensamiento político y los actos de quienes ejercen la política “democrática” se contaminó de corrupta superficialidad. Sin motivaciones de trascendencia espiritual, el mundo se debate entre la corrupción y la frivolidad, entre la más espantosa miseria y la opulencia más podrida. Hoy, el Dios Dinero aplasta a las almas y las condena al infierno del desempleo y el consumismo competitivo.

Tanto rechazo hacia el despotismo religioso generó esta suerte de tiranía antiespiritual, instalada en el ejercicio de la política planetaria, la economía y las diversas áreas de las actividades humanas.

Ni el individualismo liberal, ni el colectivismo socialista ni la fanática religiosidad consiguieron proporcionarnos la felicidad de una vida armónica y digna. Sin embargo, cada una de estas corrientes del pensamiento tiene su lado rescatable. Tal vez sea necesario integrar lo mejor del enfoque liberal, a aquello del pensamiento socialista que favorecerá a nuestras vidas, unido a la espiritualidad de lo religioso sin fanatismos proselitistas. No sé si esta idea es muy alocada. No sé si las posturas de la derecha y de la izquierda, tan cerradas e intolerantes como las religiosas, abrirán sus correspondientes canales de diálogo. La trascendencia de una espiritualidad respetuosa de otras formas de creencia, la solidaridad de lo comunitario social y el respeto a la libertad de cada ser humano de lo liberal podrían ser los principios de una nueva cultura planetaria-galáctica.

¿Utopía? ¿Imposible? Quién dijo que los milagros no existen, si hasta es posible que los parlamentarios cedan el importe de sus viáticos y gastos de representación a favor del Hospital de Clínicas, o para el pago de sueldos de los sacrificados docentes y el personal médico del país.

carlafabri@abc.com.py

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