Backstage de la asunción presidencial

Aunque los encargados de protocolo siguieron a pies juntillas los horarios de actos por la asunción al mando presidencial de Horacio Cartes, la jornada tuvo también sus perlitas.

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A saber, cuando se daba inicio al acto, las mandatarias de Brasil, Dilma Rousseff, y Argentina, Cristina Kirchner, recién salían del hotel. “Ahora saliendo del Bourbon”, se escuchaba vía radio de un personal de seguridad, mientras en la fachada litoral ya comenzaban a sonar las pompas de la marcha presidencial.

“No me digas que otra vez llegaron tarde, pero yo no lo voy a publicar porque la vez que lo hice tuve problemas”, decía una periodista extranjera que estaba entre los numerosos componentes de la prensa internacional. Cuando Cartes juró, lo hizo con la mano sobre la Biblia, acompañado de su hija Sofía, a quien entonces todos señalaban como la primera dama, hasta que, al terminar el tedeum en la Catedral Metropolitana, María Montaña –madre de los hijos de Cartes– se autonombró como tal.

En cuanto a la celebración en sí, fue sin demasiada pomposidad, pero una delicada sencillez dio la solemnidad al traspaso de mando. Imágenes llenas de patriotismo, cuadros optimistas, gestos, luminosidad, el reflejo del sol. Todo envolvía al restaurado Palacio de López, que ostenta todo su esplendor.

La asunción presidencial es una ceremonia solemne que normalmente tiene lugar ante la sesión del Congreso Nacional, donde jura el presidente de la República al tomar posesión del cargo. De hecho, es allí donde se depositan el bastón de mando y la banda presidencial por el mandatario saliente.

“Este año, se decidió hacer en la explanada litoral del Palacio de López, que se está presentando de nuevo al país como edificio restaurado y revalorizado. Está realmente hermoso y es lo diferente, esta vez, con relación a otros actos”, explica Auda Roig, experta en protocolo.

De hecho, el equipo de transmisión de mando decidió ubicar el acto ante el imponente Palacio de López por una cuestión patriótica que representa el edificio para el país y por el espacio ganado en la explanada hacia la bahía de Asunción. Resaltó la prolijidad del acto en este espacio, donde se recibió con mayor importancia a todos los representantes de los países y delegaciones oficiales.

La ciudadanía también pudo disfrutar del acto, que estuvo abierto a todo público sin la rigidez del protocolo, salvo las medidas de seguridad. El protocolo exige que las autoridades nacionales –en ejercicio y las electas– asistan con una tenida acorde a la ocasión: caballeros de traje oscuro y las damas de corto o traje sastre.

“La vestimenta adecuada para los actos de transmisión de mando, en el caso de las autoridades que van a jurar, requiere siempre guardar la cordura”, expresa Auda Roig.

Al terminar el juramento, la ceremonia incluye el recorrido del presidente de la República desde el Palacio hasta la Catedral para el tedeum en el antiguo Chevrolet Caprice, un automóvil descapotable, año 1967, utilizado desde hace décadas por los gobernantes.

En el trayecto, el mandatario recibió todos los honores militares de las tres fuerzas de la nación, momento que siempre es acompañado también por la ciudadanía.

El Palacio de López resaltó como edificio patrimonial con una sobria decoración de rosas blancas, color té y champán en los salones, junto con gipsófilas y follajes en la monumental escalinata de mármol y en la galería. Tampoco faltaron algunos arreglos de orquídeas blancas, que pusieron un tono exótico a los distinguidos salones palaciegos.

mescurra@abc.com.py / pgomez@abc.com.py

Fotos ABC Color/Rudy Lezcar/Marta Escurra/Celso Ríos/Claudio Ocampo/Agencias.

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