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"La verdad, me sentí como en casa. Sentí que eso (un castillo) era mío y que toda esa familia era mía". Eva Verlangieri Grüter, 62, empresaria de la confección.
"Fue una sensación muy linda poder conocer a personas extrañas, pero unidas por lazos sanguíneos. Nos recibieron muy bien y ellos piensan venir en mayo a conocer nuestro país y a los demás familiares que tienen acá". Gustavo García Verlangieri, 31, veterinario e ingeniero agrónomo.
Palabras. Gestos. Sentimientos. Las líneas de arriba resumen un siglo de historia en la vida de dos grupos familiares separados por el destino. Quienes hablan son nietas y bisnieto de Guillermo de Grüter, un alemán de alcurnia que llegó al Paraguay a fines del siglo XIX y se afincó en el pueblo de Limpio, más exacto en la compañía Rincón del Peñón. Allí el inmigrante formó pareja con una paraguaya llamada Luisa Caballero y tuvo siete hijos: María Catalina (+), Martina Asta (+), Guillermo, Ricardo, Víctor, Adán (+) y Concepción. Ninguno de ellos tuvo oportunidad de conocer sus raíces. Menos contactar con sus familiares de Alemania.
Inexplicablemente, el padre -que era un hombre de vasta cultura- no les permitió aprender a leer ni escribir. Guillermo hijo, hoy con 94 años, recuerda que apenas pudo estudiar un año, mientras su padre fue de viaje a Alemania. "Por culpa de la educación yo fui castigado, así que ustedes no van a ir a la escuela, decía papá", cuenta, invocando aquellos duros días de su lejana infancia.
Tampoco en las caras de los nietos y bisnietos del extraño personaje que poco se dejó conocer a su propia familia. Sí hay misterios. Ganas de saber quiénes son, de dónde vienen. Fueron unas publicaciones sobre la historia de las tarjetas postales del Paraguay la chispa que encendió la llama de la curiosidad y los impulsó a investigar los orígenes del apellido que llevan. Tomaron como base los escuetos datos que se daban sobre el editor. Movieron contactos y asumieron un compromiso: ir a la fuente. En la primera semana de octubre último, Rosa, Eva y Gustavo aterrizaron en el país de donde un día partió en barco el hombre del que provienen.
El viaje dio sus frutos. Revisando papeles, nietas y bisnieto echaron luz sobre la enigmática historia familiar.
Guillermo Baron Von Deipenbroick Grüter nació en Haus Marck el castillo paterno de Tecklenburg, el 4 de noviembre de 1871. Se embarcó en el buque Belgrano y llegó al puerto Rosario (Argentina). Aunque se desconocen las circunstancias exactas de su arribo al Paraguay, ocurrió en 1893. Se instaló, en principio, en Villa Hayes, pasó por San Bernardino y luego se ubicó en Limpio.
En una carta, fechada el 8 de enero de 1894, su madre le decía: "Me alegro que en la colonia germana de Villa Hayes hayas conocido a la familia Von Leppel, me gustaría que me hablaras más de esta familia y que compartas mucho con ellos".
Aquí todo va bien, la semana pasada celebré mi matrimonio, estuvo lindo. El próximo sábado se casa Marck y la novia es de Bélgica. El mayor... (no se lee) estuvo con nosotros en el casino, el 22 será la entrega de premios Imperial del emperador, yo voy a participar de esto. El 27 de julio tengo comando en un distrito al norte de Berlín, buscando algo para el regimiento. El 10 de VII salgo de vacaciones, estaré 8 días en Haus Marck y luego haré el viaje a la Región de los 7 Cerros, frente a Bonn".
El intercambio de correspondencias entre Guillermo de Grüter, sus padres, hermanos y amigos de Alemania era fluido. "Habían carpetas y más carpetas de cartas, pero solo nos mostraron unas cuantas. Pudimos darnos cuenta de que algunas no querían enseñarnos", suelta Eva.
En 1895, en unas líneas, un amigo le daba "gracias por el cigarrillo que me enviaste a comienzos de diciembre. La carta donde te di noticias sobre mi servicio militar parece que no te ha llegado".
El 2 de noviembre de 1896, en otra misiva, Víctor le avisaba del envío de dinero: "Cordiales saludos por tu cumpleaños. Te mando dinero para que te compres algo, yo no pude comprarte nada. Quisiera ser amigo y hermano y compartir contigo el año nuevo. Hace mucho frío aquí. Ahora no puedo escribir más, porque no sé qué decirte".
De puño y letra, en 1898, Guillermo de Grüter le contaba a su madre que de los 500 marcos que le envió solo le entregaron 370 y que le deben 130. De ellos utilizaría 135 para alimentos por un mes y medio, 50 para el dentista, porque hacía tres meses que solo masticaba en el lado izquierdo, porque en el derecho tenía una muela a extraer y otra más con problemas. Con otra parte del dinero se compraría ropas y por todo el resto vino para pasar las fiestas, "ya que me encuentro solo, con calor de 30 grados bajo sombra, sin familia, sin Haus Marck, sin ser teniente primero y sin ver la nieve y triste".
Este escrito de Grüter revela que antes de venir al Paraguay era militar del ejército germano. Y justamente la hipótesis de su desarraigo se relaciona a problemas con la milicia.
Según los parientes germanos, siendo Guillermo de Grüter uno de los mejores alumnos de la Escuela Militar tuvo problemas no se sabe si de carácter disciplinario o monetario. "Nos dijeron que él comprometió una deuda de 500 marcos dentro de la Escuela Militar. Le pidió a su padre que abonara esa suma y el padre que se regía por una rectitud absoluta no toleró tal cosa y lo castigó con el retiro del apellido Von Deipenbroick y lo sacó de la milicia", explica Rosa.
En verdad, no se sabe con exactitud las causas de la venida. Pero, durante su vida en Paraguay, el alemán trabajó intensamente. Se dedicó a la agricultura, la ganadería, el comercio, la exploración, la fotografía y la edición de tarjetas postales. Quienes lo conocieron aseguran que era un hombre incansable, muy emprendedor. En base a sus múltiples actividades, al poco tiempo de establecerse en Limpio alcanzó una posición económica sólida. Sin embargo, por circunstancias inexplicables su estabilidad financiera se fue a pique.
El embajador de Alemania en Asunción, por aquella época, fechó en 1930 una carta dirigida a Haus Marck, a nombre de la madre contando que "Guillermo está pasando por una situación económica muy difícil". También delataba que una de sus hijas, Asta, "está por casarse con el comisario del pueblo de muy mala reputación y eso lo tiene muy preocupado".
Casi al final de su vida, Guillermo de Grüter asumió comportamientos raros. Se encerraba en su habitación sin permitir que nadie se le aproxime. Al parecer, un importante revés financiero afectó su salud mental y sufrió trastornos.
A su muerte, el 30 de agosto de 1947, los hijos y nietos encontraron que las paredes de su habitación estaban completamente escritas con mensajes en alemán que nadie pudo descifrar. Con él se apagó la historia de un misterioso hombre que no se dejó conocer. Al menos, durante 55 años. Porque hoy su testimonio visual lo ha rescatado del olvido.
Mayor editor de postales
A partir de sus primeros intentos, en los últimos años de 1890, Guillermo de Grüter se involucró de manera creciente en la edición de tarjetas postales del Paraguay. Y en menos de dos décadas de labor se convirtió en el mayor editor de las mismas. Llevan el sello de su autoría las más interesantes vistas del país que circularon por el mundo en la primera década de 1900.
Grüter recorría pueblos del interior con dos cámaras fotográficas, una con lente normal y otra panorámica para realizar las tomas que mandaba imprimir en Alemania.
Con las máquinas traídas de su patria captaba fachadas de iglesias, edificios oficiales, escenas costumbristas, indígenas, paisajes, barcos, trenes y hasta desastres naturales para mostrar a los extranjeros las mejores imágenes del país que lo acogió.
Localidades fronterizas de Argentina y Brasil también fueron fotografiadas por Grüter y lanzadas en series postales.
En la localidad de Tecklenburg, región de Westfalia, se encuentra el castillo de piedras donde nació Guillermo de Grüter. Se llama Haus Marck y data del siglo XVII.
Herencia de la familia de nobles Von Deipenbroick-Grüter, la construcción tipo fortaleza está rodeada por un lago artificial y en otras épocas contaba con puente levadizo. Ahora se mantiene como museo; recibe visitas de 9 a 13 horas, especialmente a grupos de colegios, universidades y público en general que pueden recorrer solo la planta baja. Los dormitorios ubicados en el segundo piso tienen el acceso prohibido. En el castillo se realizan actividades culturales, en especial conciertos privados de música para un máximo de 65 personas. Ya hay reservas hasta agosto de 2003.