LA CANASTA MECÁNICA

EL CAMINO DE LA INDULGENCIA.- Perdonar es aprender a soltar, a dejar ir, para reinventar un nuevo yo que asume el pasado, pero que se ve con fuerzas para aprovechar el presente. No tenemos la obligación de entender ni aceptar los valores, acciones o pensamientos de quien nos hizo daño. Perdonar no es ofrecer clemencia ni buscar justificaciones a lo que sufrimos. No es necesario renunciar a nuestra dignidad.

Cargando...

Se trata más bien de facilitar el duelo del resentimiento, de ir quitando capas a la bronca, intensidad a la desesperación y a ese malestar que nos corroe el alma. El perdón es la piedra angular de cualquier relación, ya sea de pareja, de amistad, familiar, etc.

A veces, asumimos ciertas actuaciones como afrentas o actos de desprecio cuando lo que hay detrás es un simple desacuerdo o un malentendido. Así, y con el fin de dejar de ver traiciones donde no las hay, debemos ser capaces de ampliar nuestro sentido de comprensión y nuestra capacidad de perdón.

Tras más de tres décadas de estudios sobre la capacidad de perdonar y de pedir perdón, investigadores de la Universidad de Wisconsin llegaron a la conclusión de que no toda la gente tiene las condiciones para perdonar. Existen personas discapacitadas en esa área emocional, a quienes les es imposible aceptar o pedir perdón. La razón de ello reside en la creencia de que perdonar o pedir perdón es una demostración de debilidad.

Gran error. Una de las mejores experiencias humanas es la práctica del perdón. Dar el paso para acercarnos y permitirnos avanzar con más libertad en nuestro presente nos da la oportunidad de integrar nuevos valores a nuestro ser y nos proporciona importantes posibilidades para hacer frente a nuestros miedos, a nuestras angustias y al famoso estrés. Porque perdonar, pedir perdón y borrar resentimientos es todo un acto de valentía y fortaleza.

La investigación sobre el perdón nos recuerda que hay numerosas razones que respaldan muy favorablemente la actitud clemente. Los estudios demuestran la estrecha relación entre el perdón y la reducción de la ansiedad, la depresión y otros trastornos que disminuyen nuestra calidad de vida.

Quien día a día permanece atrapado en el ciclo del resentimiento, de ese malestar persistente hacia el ayer, concentrado en un hecho en concreto o en una persona determinada, lo que desarrolla, además de infelicidad, es un estrés crónico. Porque no hay emoción más tóxica que la ira combinada con el odio.

Perdonar no es olvidar, es aprender a pensar mejor, con más inteligencia, entendiendo que no estamos obligados a facilitar una reconciliación, sino a aceptar lo sucedido sin sentirnos débiles por dar ese paso. Perdonar y pedir perdón es liberarnos de muchas cargas que no merecemos llevar de por vida.

Odiar quita energía, disminuye el sentido de plenitud de la vida, por eso es tan valioso aprender a perdonar para sobrevivir, para vivir con mayor dignidad. Si perdonar es divino, pedir perdón es sobrehumano.

También tenemos que entender que el perdón es un proceso. Cuando alguien lastima nuestra confianza y nos muestra su lado más horrible, tal vez no será fácil perdonar por completo a la otra persona, pero sí podemos deshacernos de una buena parte de todo ese resentimiento para poder respirar un poco mejor. Por lo tanto, perdonar o pedir perdón es una de las mejores capacidades y virtudes que podemos desarrollar como seres humanos.

carlafabri@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...