LA CANASTA MECÁNICA

¿CAMBIA, TODO CAMBIA?.- Nuevas costumbres, nuevas recetas, nuevos productos tienen sus orígenes en antiguas tradiciones. Hace un tiempo empezó el auge de la medicina alternativa, las terapias holísticas y los medicamentos naturales que forman parte de saberes de la sabiduría ancestral. Estos conocimientos fueron descartados en beneficio de la medicina ortodoxa cientificista.

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Para curar la gripe, nuestras abuelas utilizaban infusiones, caldo de pollo, vaporización con hojas de eucalipto, limón con miel, té de sauco y de flores de mamón. Sanaban abscesos, pruritos, eccemas, golpes y torceduras con compresas y cataplasmas. Una horchata de semillas de sandía o melón combatía la fiebre. Hervían hojas de guayaba o mango para las gárgaras que aliviaban nuestros dolores de garganta y laringitis invernales. Ahora, estas curas se han reciclado y se encuentran en manos de los grandes laboratorios, que, incluso, recuperaron el uso de sanguijuelas para mitigar el dolor y la inflamación que sufren los pacientes con artrosis de rodilla. También se las usa para la reconstrucción de injertos de tejidos en la cirugía plástica, ya que la saliva de estos animalitos contiene componentes analgésicos, anestésicos e histamínicos. Estos anélidos (que poseen 32 cerebros, 9 pares de testículos y una mandíbula con 3 hileras de 100 dientes cada una) previenen las gangrenas al restablecer la circulación sanguínea, porque provocan una pequeña hemorragia (que imita a la circulación venosa) en el área delicada donde se produce el injerto de tejido.

Hace más de 2500 años, en Grecia, Roma y Siria, ya se usaban estos gusanos para chupar la sangre en muchas zonas del cuerpo. En siglos pasados se vendían en las farmacias y eran de común aplicación, como sangría o flebotomía. Ahora, en cualquier momento, las vamos a encontrar en las góndolas de los supermercados.

Mi abuela aconsejaba la orinoterapia, que consiste en la ingestión de la propia orina o en su aplicación sobre la piel afectada con masajes, compresas y fricciones. La uroterapia es una práctica ayurveda, antigua forma de naturopatía que se sigue aplicando en la India. También era de uso común en el Tíbet, Egipto, la Antigua Grecia y en las civilizaciones inca, maya y azteca. En Europa, en la Edad Media, era común beberse la propia orina como protección contra las pestes. Vendría a ser como una autovacuna gratuita que eleva las defensas del organismo. La gente de antes sabía que la orina era un medicamento poderoso que servía para curar casi todas las enfermedades sin provocar ningún daño. Los hindúes la usan para tratar tumores y artritis, los árabes para tratar cefaleas y piorreas, y en Japón, desde la Segunda Guerra, trataban con la orina la gonorrea y la sífilis. Quienes practican esta forma terapéutica recomiendan realizar, al menos, tres días de dieta depurativa del organismo antes de recurrir a la orinoterapia.

Estos conocimientos que fueron desapareciendo del uso habitual, bajo la presión de las industrias farmacéuticas sobre los médicos, hoy dejaron de ser vistos como superstición popular y se cotizan en dólares, euros y yenes, altamente beneficiosos para la industria de la $alud.

carlafabri@abc.com.py

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