Homenaje a Irala Burgos a un año de su fallecimiento

El pasado día 5 se cumplió el primer aniversario de la muerte de Adriano Irala Burgos, profesor de varias generaciones, intelectual comprometido con su trabajo filosófico, ciudadano ejemplar que dedicó sus setenta y cinco años de vida a la docencia y la producción intelectual.

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Con tal motivo, la publicación "Estudios Paraguayos" que publica la Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción" le dedicó todo su número correspondiente al pasado mes de diciembre. Dicha publicación está dirigida actualmente por el padre José Zanardini, y el profesor Irala Burgos fue uno de sus más entusiastas colaboradores.

Firme como los lapachos

En la presentación de la revista, el padre Zanardini señala, entre otras cosas:

"Sólido y firme como los lapachos de nuestros bosques tropicales, crítico y prudente al mismo tiempo, maestro y amigo excepcional, Adriano Irala Burgos ha transitado por los caminos de la filosofía y de la antropología sembrando a manos abiertas los mejores frutos de su sabiduría".

"Hombre de fe y hombre de ciencia supo salir de la dicotomía de ambas, ofreciendo un claro ejemplo de armonización de las dos realidades presentes en él en sumo grado. Magistral ejemplo de entusiasta vocación de intelectual y de constante dedicación a la investigación, Adriano deja tras de sí amplias y cualificadas generaciones de docentes, investigadores, intelectuales y políticos que se formaron con él en la sublime tarea de alcanzar la plenitud de la humanidad mediante el insustituible valor de la razón".

"El pensar era para él un hábito profundo, la reflexión y la tertulia filosófica eran su pan
cotidiano, habiéndose formado académicamente en célebres universidades de Argentina, Bélgica y Estados Unidos. Mediante éstas accedió al pensamiento latinoamericano, europeo y norteamericano destilando lo mejor de cada escuela y adaptándolo al ambiente paraguayo".

"En la Universidad Católica de Asunción, además de ejercer una fecunda y larga docencia, fundó y animó el Centro de Estudios Antropológicos (CEADUC), además de las revistas Suplemento Antropológico y Estudios Paraguayos que brillan como joyas preciosas en el firmamento intelectual paraguayo y siguen ofreciendo análisis e investigaciones para orientar el quehacer sociocultural del país".

"En este volumen dedicado a la memoria del insigne Maestro recogemos sus principales investigaciones, ensayos, conferencias y artículos para que su herencia intelectual quede viva en la sociedad paraguaya. Además presentamos testimonios escritos por colegas, intelectuales, ex alumnos y amigos".

"Así, tras su partida, no quedamos huérfanos porque su palabra resuena entre nosotros. Con estos aportes se configura un mosaico donde los rasgos intelectuales del querido Adriano se complementan, revelando su fuerte personalidad y se armonizan como un bellísimo concierto musical".

Origen de una pasión

La revista incluye una breve biografía de Adriano Irala Burgos escrita por María Cristina Ramírez Caballero, quien conversó con él el 16 de octubre de 1996. Allí, Irala Burgos habló sobre cómo empezó su pasión por la filosofía:

"Comencé mi amor por la filosofía -dijo- cuando a los doce años, en julio de 1940, un amigo pariente, el profesor doctor Luis Mariano Lara Castro me regaló el libro 'La rebelión de las masas'. Lo leí en veinticuatro horas y para siempre marcó mi existencia".

"Nunca abandoné a Ortega porque es un filósofo que siempre inspira caminos nuevos. Me gusta también que haya sido periodista, porque esto obliga a estar en contacto con los acontecimientos de su contemporaneidad y me lo acerca más a mí".

"Después de Ortega me introduje en la filosofía clásica griega, la romana y la medieval por la vía del doctor Secundino Núñez, a quien mucho le debemos los de nuestra generación ese amor al ser, como mediación que arranca desde la filosofía griega, esa presencia constante de la dignidad de la persona humana.

Tales ideas estuvieron siempre en las enseñanzas de Secundino Núñez y nos llenaban a los jóvenes de entonces de ideas fértiles. Por ahí me introduje en todo el personalismo europeo, que nunca abandoné, especialmente el de origen francés.

Debo decir también que mi familia, con mucha tradición política, siempre consideró a la libertad como un valor esencial en la afirmación del hombre".

"Por la vía del personalismo conocí a Kant cuyo racionalismo me entusiasmó en la doble vía de la razón pura teórica y de la razón pura práctica.

Lo que Kant había hecho con los reyes absolutos me entusiasmaba y descubrí que era el padre del Estado Liberal de Derecho, tan criticado éste por los dictadores de turno en el Paraguay".

"Todavía me faltaba adentrarme en Descartes para articular la historia de la filosofía y es lo que hice para tener una visión coordinada del desarrollo de la filosofía en sus distintas etapas":

"Me interesé después por la filosofía de Marx, especialmente por el Marx de la juventud, y sobre él versó mi tesis de doctorado en Lovaina".

"Por fin me sentí en condiciones de desarrollar mi propio pensamiento, tarea en la que estoy desde hace años. Siempre conservo como hilo conductor, desde Ortega hasta los modernos, la afirmación del valor de la persona humana y sus derechos, la persona humana abierta hacia la transcendencia".
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