La reforma judicial de Marito

En dos días asume un nuevo presidente de la República, el mismo que con el Senado elegirá en el lapso de un año a cuatro ministros de la Corte Suprema de Justicia.

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Conocido es que ya está en pleno concurso los cargos dejados vacantes por Alicia Pucheta y Miguel Óscar Bajac.

El pasado sábado ya se inició el proceso de concurso por el cargo que dejará a partir del 10 de diciembre Sindulfo Blanco.

En abril del año que viene debe dejar el cargo, el actual presidente José Torres Kirmser.

Paradójicamente pese a que pertenece a otra esfera de Poder, la reforma de la Justicia es bandera de Ejecutivo.

Juan Carlos Wasmosy fue uno de los propulsores del tristemente célebre Pacto de Gobernabilidad que consagró la proporcionalidad de los partidos políticos en la Corte Suprema, Nicanor Duarte Frutos fue el que acuñó la frase “voy a pulverizar la Corte”, Fernando Lugo encabezó manifestaciones contra el Poder Judicial, Horacio Cartes intentó impulsar un juicio político contra tres ministros que quedó estancado en el Senado y ahora, con Mario Abdo Benítez, se habla de la necesidad de una reforma en el Poder Judicial.

El futuro Ejecutivo ya dio muestras de su interés en la Justicia al lograr mayorías en el Consejo de la Magistratura y en el Poder Judicial, además de colocar a sus hombres en la presidencia y vicepresidencia de esos órganos extrapoderes, como ocurre con los hermanos Claudio y Enrique Bacchetta.

Pero este gobierno no debe repetir los errores de los otros, que es el de mantener a la Justicia como un apéndice para garantizar la impunidad.

Las primeras señales que se dieron no son buenas. Una resolución favorable a clientes de Juan Ernesto Villamayor (próximo ministro de Interior), en una causa abierta por la compra de helicópteros para la Policía y el componente político que hubo detrás del fallo del caso Curuguaty dan la impresión que se repetirán los graves desaciertos que inciden en la Justicia.

Nuestro país no es una aldea y por ende no puede abstraerse de lograr de una justicia que luche por su independencia como lo hacen Brasil y Argentina, por ejemplo.

Si los abdistas quieren lograr una reforma judicial deben instruir a sus representantes en el Consejo a que se vote por la terna de los mejores profesionales para la Corte.

Luego esto lo deberán plasmar en el Senado, de manera a que Mario Abdo Benítez tenga ternas con candidatos de primera línea.

Entonces la reforma judicial se dará en forma gradual pero efectiva, porque si se logra elegir en el lapso de un año, o tal vez menos, a ministros de Corte valientes, sabios e independiente, en poco tiempo se podrá ver cambios en el Poder Judicial.

A Mario Abdo Benítez le quedan dos caminos: el de repetir errores de sus antecesores o el de impulsar la verdadera reforma judicial.

ocaceres@abc.com.py

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