Paz momentánea entre indígenas y los “sintierras”

El Gobierno, a través del ministro del Interior Carmelo Caballero, logró en Canindeyú establecer momentáneamente la paz entre los aché y los “sintierras”, quienes estaban en conflicto desde mayo pasado a raíz de la ocupación de un sector de las 4.600 hectáreas propiedad de los nativos. Pero los invasores advirtieron que reingresarán al terreno si en 22 días no son reubicados en otro lugar que ellos elijan. La crisis estuvo a punto de estallar en un enfrentamiento, como la que ocurrió el 15 de junio pasado y provocó 17 muertes en Campos Morombí.

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El ministro del Interior, Carmelo Caballero, luego de tres horas y media de intensas negociaciones, convenció a los “sintierras” de abandonar la propiedad de los indígenas, a cambio de varias peticiones de los ocupantes.

El acta que firmaron las partes estipula que los invasores se comprometen a desocupar el inmueble, retirar sus pertenencias e instalarse provisoriamente en otro terreno.

Otro punto es la tramitación de una mensura que quedará a cargo del Indert, para determinar la legitimidad del título de propiedad que tienen los aché y conocer la dimensión del terreno.

Además de la reubicación de las familias, los ocupantes exigen la asistencia del Gobierno para “movilidad y gastos administrativos”, así como asistencia alimenticia y resarcimiento por los cultivos supuestamente abandonados.

Los “sintierras” emplazaron por 22 días al Gobierno para ejecutar todas sus peticiones. De no cumplirse las promesas, los campesinos anunciaron que volverán a invadir la finca N° 470 y que esta vez defenderán su lucha con sus vidas.

Tras la salida pacífica que se le dio al asunto, la comitiva estatal se dirigió a la comunidad indígena Kuetuwy, donde están asentados los aché, a 25 kilómetros del lugar de la reunión.

Carmelo Caballero y el comandante de la Policía, Aldo Pastore López, fueron aplaudidos por los nativos aché, que en los últimos días ya se negaban a participar de las negociaciones.

Aunque aparentemente la calma retornó a la zona de Canindeyú, si el Gobierno no cumple las promesas a los campesinos reflotarán la crisis.

Lo claro y concreto es que al gobierno de Federico Franco, a solo dos meses de tomar el poder, no le conviene que estalle otro conflicto, especialmente entre sectores humildes, lo que justamente condujo al enjuiciamiento y la destitución de Fernando Lugo. Aunque afortunadamente esta vez no ocurrió un enfrentamiento, el acompañamiento a los indígenas y a los campesinos debe ser continuo a partir de ahora, no solo para evitar una crisis política, sino para sacar de la miseria a centenares de paraguayos.

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