La acción ascendente de "Misión Imposible"

La saga protagonizada por Tom Cruise ha incluído algunas de las más impresionantes hazañas del cine de acción reciente, y el ingrediente secreto es la disposición de su estrella a ponerse en peligro mortal.

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Misión Imposible: Repercusión marca la tercera colaboración entre el actor Tom Cruise y el director Christopher McQuarrie – o al menos la tercera en la que McQuarrie dirige a Cruise, ya que como guionista trabajó en varios filmes más con el actor. Y se podría decir que se trata de uno de los más provechosos emparejamientos de actor y director en los años recientes, ya que ha producido dos filmes de acción de excelente factura y, si la absoluta mayoría de las críticas a Repercusión son certeras, su tercer trabajo juntos sería un extraordinario ejemplo de cine de acción a gran escala.

Cruise, podría decirse, es una de las últimas grandes “estrellas” de Hollywood en una época en la que el concepto de la estrella de cine ha pasado un poco de moda; la gente ya no va principalmente a ver actores, van a ver franquicias. Y una de las principales razones por las que se ha mantenido vigente – más allá de su innato carisma – es la entrega y el arrojo con el que se ha entregado a sus roles, siempre pero en particular en los últimos años, yendo cada vez más lejos en su afán por entretener con hazañas que hacen que a estas alturas sea básicamente tanto un artista de circo como es un actor, y esto último lo digo como el más efusivo de los elogios.

Ver un filme de acción de Tom Cruise es un espectáculo notable por su insistencia en realizar él mismo las escenas de acción, y un actor con esa predisposición en las manos de un talento técnico de la talla de McQuarrie es enormemente valioso, pues le permite armar secuencias de acción cuyo impacto no necesita diluirse en trucos de edición o efectos especiales para enmascarar el uso de dobles de riesgo o demás artificios.

Ya desde su primera colaboración como actor y director, el filme de 2012 Jack Reacher, se podía ver algo especial. Esa adaptación de las aventuras del implacable investigador creado por el escritor Lee Child era un thriller de acción mucho más “aterrizado” que lo que harían Cruise y McQuarrie juntos en el futuro, un filme que bien podría haberse hecho en los '80 o los '90. La historia del exinvestigador militar Jack Reacher no estaba repleta de bombásticas secuencias de acción, pero las conservadoras cantidades de momentos de alto octanaje estaban expertamente armados, ninguno más que la extraordinaria persecución de automóviles hacia la mitad del filme.

En un robusto “muscle car”, Reacher persigue a los secuaces del enigmático villano del filme, mientras que él mismo es perseguido por la policía, y McQuarrie se regodea en la oportunidad que le da la presencia de Cruise en el auto de plasmar en tomas largas y claras la acción, dándole un extra de impacto y tangibilidad a caga golpe y roce, cada choque apenas evitado y giro de 180 grados con freno de mano, mientras que prescinde totalmente de una banda sonora para acompañar la acción, dejando que el rugido de los motores sirva de orquesta.

Un año antes del estreno de Jack Reacher, Tom Cruise había estrenado la cuarta película de su saga Misión Imposible, subtitulada Protocolo Fantasma, un intenso y atrapante espectáculo dirigido por el cineasta Brad Bird, quien hacía su debut en cine “live action” luego de haber trabajado toda su carrera en animación – incluyendo los aclamados filmes El Gigante de Hierro, Los Increíbles y Ratatouille – y probaba ser extremadamente efectivo también fuera de la animación.

Fue en ese filme que Cruise dejó patente de forma definitiva su faceta de temerario ante las cámaras en una secuencia trepidante hacia la mitad del filme, en la que su personaje, el agente Ethan Hunt, debe trepar por el exterior del edificio Burj Khalifa de Dubai, el edificio más alto del mundo. La escena fue filmada en locación con Cruise – aferrado a varios cables de seguridad que luego fueron digitalmente borrados – suspendido a más de 120 pisos de altura para una escena en la que Hunt debía trepar varios pisos, infiltrarse y luego volver a salir por el exterior, literalmente corriendo por los paneles de vidrio del edificio.

La barra estaba muy alta, y para la siguiente Misión Imposible Cruise no pudo resistir la sensación de ir aún más alto, literal y figurativamente.

Misión Imposible: Nación Secreta, para la que Cruise trajo a McQuarrie a la silla de director, comienza con una secuencia en la que Hunt salta a un avión cuando está despegando, y debe aferrarse desesperadamente a una puerta cerrada de la aeronave mientras esta asciende a una velocidad estremecedora. Al igual que la secuencia del Burj Khalifa, Cruise filmó la escena sin dobles, aferrado al fuselaje de un avión militar Airbus Atlas C1 durante su despegue y durante sobrevuelos a cerca de 1.500 metros de altura.

A eso, el filme suma algunas de las mejores secuencias de acción de toda la saga, incluyendo una excelentemente tensa y creativa escena de espionaje en un teatro de ópera y, de nuevo hacia la mitad de la película, una serie de secuencias conectadas que comienzan con una incursión bajo agua – para la que Tom Cruise supuestamente retuvo la respiración por cerca de cinco minutos – que continúa con una persecución en automóvil por las calles de Marrakech, Marruecos, y luego una persecución rutera en motocicletas a enormes velocidades.

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