La “Novena” de Enrique Collar

Nueve días de rezo religioso tras el fallecimiento de un familiar sirvieron al artista plástico y cineasta Enrique Collar para contar una historia; esta vez, desde el universo del cine.

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El reconocido artista plástico había transitado la misma ruta en 2002, cuando estrenó el largometraje “Miramenometokéi”. Esta vez, la experiencia se repite en “Novena” con el mismo equipo de producción con el cual el director supo reflejar su propio lenguaje, tanto narrativo como pictórico y documental.

Incluso antes del Avant Premiere en Paraguay –el pasado martes 8 de mayo en el Teatro Municipal– esta coproducción paraguayo-holandesa ya gozaba de un interesante recorrido por al menos 17 festivales de cine alrededor del mundo.

La película –que propone fusionar su raíz documental, de ficción y pictórica– narra la experiencia de Juan de Dios (55), un artesano y poeta de la tierra cuya madre muere y aparece su última oportunidad para viajar a Buenos Aires, para encontrarse con su hermana e iniciar una nueva vida. Durante la novena, entonces, el tío Juan torna su mirada a él para catalizar años de espera.

Entre otros premios, “Novena” fue galardonada en su estreno mundial con el premio SICA, en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 2010. También recibió el Premio del Jurado del BABEL Film Festival de Italia, evento que selecciona las películas de países con lenguas minoritarias del mundo; esta vez, con el guaraní como protagonista.

Unos años atrás, en Holanda, Collar cuidaba a su primera hija, mientras dormía la siesta y visitó a su pensamiento la historia de su tío. “Tenía un par de horas y me puse a escribir un argumento pensando en mi tío Juan, un tipo al que siempre admiré. Y lo primero que pensé fue: ‘¿Por qué el tipo nunca se había animado a ir a Buenos Aires? ¿Cuáles serían sus temores? Si tres de sus hermanos lo habían hecho, como miles de paraguayos’. Y así empezó todo, hasta que le encontré la atmósfera de religiosidad popular”, explica. Seguir o viajar, entonces, será la decisión de Juan en su historia.

-¿Cómo tomó las decisiones respecto a la marcada presencia del guaraní y la elección de los personajes?

-El tío Juan habla y piensa en guaraní, como casi todos los personajes. Por lo tanto, la decisión la tomás antes de escribir. Yo trabajo con sonido directo, por lo tanto debo creerme lo que están diciendo mis personajes delante de cámara. Y no escribo diálogos precisos, sino que permito que ellos expresen naturalmente la idea marcada.

En cuanto a la elección de los personajes, hicimos un llamado en el pueblo para prueba de cámara, o lo que llamamos casting. Nelson de Santaní, mi asistente de dirección, realizó esto. Luego subió los videos a Internet y yo terminé eligiendo los personajes desde Holanda. Y fue fantástico poder crearle al tío Juan una familia con vecinos, y que en el resultado final no percibís esto; al contrario, fue tan precisa la elección que pareciera una familia real.

-¿Qué tipo de cine te propusiste mostrar con esta película?

-Como vengo de la pintura, existen muchos elementos e impulsos inconscientes que me llevaron a esto. No me propuse concretamente “mostrar la realidad del interior” como temática, sino que encontré allí, en ese micromundo, los elementos universales, míticos y milenarios que me motivaron a construir la historia y llevar adelante el proyecto. Y una película básicamente es para mi comunicación, “una experiencia sensorial”. Y esto es lo que esperás, cómo vivirá el público esta experiencia. Es más una incertidumbre que una certeza. Pero, a medida que vas terminando el montaje, vos mismo empezás a vivir otro tipo de experiencia que la que pensaste y rodaste.

-El Collar artista plástico, definitivamente, nutre al cineasta. ¿Cuándo logró encontrar el equilibrio?

-Luis Felipe Noé, un amigo y maestro del cine argentino, me dijo una vez cuando me iniciaba con el cine que si lograba acompañar mi pintura paraguaya con una obra cinematográfica sería un logro muy valioso. Y, si bien estuve investigando en caminos paralelos entre la temática de mi pintura y el cine, con “Novena” logré unir esta idea de Noé, pero tuvieron que pasar unos años.

-¿Cuáles fueron tus principales limitaciones al momento de filmar?

-Mis limitaciones siempre son las financieras, me cuesta un horror conseguir dinero para mis películas. Entonces, cómo generar un producto artístico de calidad, en pocos días en Paraguay y que me permita realizar el montaje en Holanda sin tener que parar dos años de pintar, aquí el desafío. Para mí, concretar esto ya era un gran logro. Y lo que vino después fue todo sorpresa, porque la película fue encontrando su propio circuito mundial, corrió el “boca en boca” entre los programadores de los festivales y todo se fue encadenando.

Pero no ha sido de maravillas: hubo que aguantar varios rechazos de festivales donde enviamos, e insistir, hasta encontrar la puerta correcta.

Y para mí, y para André Schreuders -coproductor holandés, con quien también nos ocupamos de la distribución-, la sorpresa fue 'in crescendo'. Compitió en casi todos los festivales y estos días estará en la FAJR Festival de Teherán, al lado de destacadísimos directores y de películas que ganaron en Cannes, Berlín, y los Globos de Oro, con gran calidad cinematográfica y con presupuestos 100 veces mayores que el nuestro. Esto termina siendo gratificante, porque, lo que en un principio es una limitación, termina significando una virtud.

-La fotografía, a cargo de Christian Núñez, tuvo un cuidadoso tratamiento. ¿Cómo fue ese proceso de transmitir esta historia desde la estética del filme?

-Con Christian (Núñez) ya llevamos dos largometrajes, y ya estamos preparando el tercero. Su trabajo ha sido valorado en todos los festivales donde estuvo “Novena”. Nuestros gustos estéticos se encontraron una década atrás, y vamos creciendo juntos. Con “Novena” nos acercamos de manera natural a la luz y encuadres pictóricos que queremos para un cine arte hecho en Paraguay.

-La cultura y religiosidad paraguaya, así como la migración, son una temática fuerte de “Novena”. ¿Cómo se traduce tu testimonio de vida personal al proceso de creación de este proyecto?

-La tercera parte de mi vida viví fuera del Paraguay. Sin embargo, haber nacido y criado en el interior hasta los seis se tornó en una fuente inagotable para mi creación. Unas 250 pinturas conforman este imaginario construido en 10 años de trabajo. Y hacer “Novena” fue trasladar estas imágenes al relato cinematográfico. Fue muy placentero encontrar la película, buscando el cuento, la estructura y los conflictos. Porque lo tenía incorporado, mediante lo vivido, en el recuerdo estando en Buenos Aires, y desde más lejos aún, en Rotterdam. Pero, efectivamente, pienso que pude lograr una estética muy marcada con “Novena”, precisamente desde mi posición de emigrante, desde la proximidad y la lejanía. Esta situación creo que es clave en todo mi trabajo.

-El 8 de mayo pasado se realizó el Avant Premiere en el Teatro Municipal. ¿Cómo viviste ese momento y cuáles fueron las principales reacciones?

-El cine Villa Morra, donde estrené “Miramenometokei”, me tuvo colgado desde diciembre. Recién en mayo me dio una respuesta negativa. Y entonces pensé que debía no perder más tiempo en los cines. Y así se me ocurrió consultarle a Nelson de Santaní si no sería un delirio la idea de estrenar en el Teatro Municipal. Y me dijo que era una excelente idea, y así nos acercamos a Clotilde Cabral, quien inmediatamente aceptó la idea y apoyarnos para hacer una función de Premier. Y terminó siendo una de las noches más felices de mi amor por el cine. La gente disfrutó hasta esos pequeños detalles que solo en Paraguay pueden ser interpretados. Y volví a ver la película en esa dimensión del teatro y lleno. Inolvidable.

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