Un coro que devuelve la esperanza

Edson Santos extiende un pedazo de cartón, su cama, en la escalinata de una iglesia en el centro de Rio de Janeiro. Pese a vivir en la calle desde 2015, este hombre de 58 años afirma que ha recobrado la esperanza de una vida mejor gracias al canto.

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RÍO DE JANEIRO (AFP).  Al igual que decenas de personas sin techo en Rio de Janeiro, Edson integra el coro Una Sola Voz (With One Voice), un proyecto creado por la ONG inglesa Streetwise Opera para los Juegos Olímpicos de Rio-2016, que fue ampliado debido su impacto positivo en la vida de los más vulnerables.

Al subir al escenario “mi corazón se acelera. Saco todo lo que tengo dentro de mí, es un desahogo, un sentimiento de victoria, de grandeza, de orgullo”, cuenta Edson, quien abandonó su hogar tras el asesinato de su hijo más joven y pasó un tiempo durmiendo en un taxi abandonado.

Con su cabello grisáceo y 1,80 m de estatura, frecuenta hace dos años los ensayos del coro. “Me permitió volver a los estudios y ahora mi vida está mejorando, quiero graduarme de la secundaria y estudiar en la Facultad de Derecho”, explica mientras hojea un cuaderno con lecciones de historia, geografía, portugués y filosofía frente a la iglesia.

El proyecto original With One Voice nació en Londres durante los Juegos Olímpicos de 2012 y fue replicado en Brasil a instancias del British Council, agencia británica que promueve intercambios culturales internacionales. Al frente del proyecto brasileño está Ricardo Branco Vasconcelos, un músico de 42 años al que llaman “Rico”.

“Es un trabajo necesario para nuestro país. Cuando pasas por la Estación Central (principal estación ferroviaria de Rio) ves decenas de personas abandonadas, como si no fuesen nada. Me di cuenta de que la música puede transformarlas”, afirma durante un ensayo en el futurista Museo del Mañana, en el centro de la ciudad.

“Empecé a escuchar a las personas en la calle y me decían cuánto les gustaría tener voz. Porque a veces, aunque alguien les ofrezca comida, no se sienta a escuchar lo que tienen para decir”, añade Rico, quien se esforzó desde el principio por crear un ambiente acogedor que mantuviera a los integrantes comprometidos con el grupo. Y su empeño dio resultado.

“Es como una familia, con profesores maravillosos, todo el mundo se respeta. Vivir en la calle es triste, pero estar aquí nos alegra”, dice Vera Lúcia da Silva, corista de 57 años. Además de desarrollar sus habilidades artísticas, el proyecto permitió que sus integrantes conocieran por primera vez puntos emblemáticos de la ciudad como el Teatro Municipal, el Cristo Redentor o el Fuerte de Copacabana, donde el coro ha realizado algunas de sus presentaciones.

Una de sus últimas actuaciones fue a pocos metros del mar, en un evento comunitario celebrado en el parque del Arpoador, entre Ipanema y Copacabana. Codo a codo en el escenario junto a sus amigos coristas, Valeria Coelho cantó con ojos sonrientes un repertorio de canciones populares que hablan sobre amor, amistad y superación de obstáculos que tanto ha ensayado.

Para esta abuela de 51 años, integrante del coro desde sus inicios, cantar en grupo tiene efectos terapéuticos. “Cuando llego a los ensayos me siento pesada, pero al salir me siento leve, con el cuerpo y la mente relajados”, cuenta a la AFP. ¿Y al subir al escenario? “Me siento en las nubes”.

Rico se enorgullece al contar que muchas personas que pasan por el coro terminan hallando un hogar, un empleo y algunos hasta contraen matrimonio. “Empiezan a rescatar su dignidad, a repensar la vida y ven que al igual que consiguen cantar, pueden hacer muchas otras cosas por sí mismos”.

Una Sola Voz ha tenido un impacto positivo entre la población sin techo, pero también en otros grupos vulnerables, como usuarios de drogas y otras personas que viven en albergues de la ciudad.

“Muchos de quienes participan en el coro mejoran su autoestima, su autonomía, su independencia. Y logran reinsertarse en la sociedad”, asegura Cícera, pedagoga del albergue Rio Mais Acolhedor, donde viven muchos de estos cantantes.

Para Rico, colaborar con la reinserción de personas desamparadas es un privilegio. “La vida humana es lo más valioso que existe. La vida de alguien famoso, que sale en los medios, vale lo mismo que la de alguien que duerme sobre un pedazo de cartón o bajo una marquesina”, afirma.

 

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