Aunque varios tipos de drones han sido importantes en la defensa contra la invasión rusa desde su inicio en los últimos meses este tipo particular de drones, los FPV, se han vuelto insustituibles en el campo de batalla, dijo a EFE Yuriy Kovalchuk, un voluntario civil.
Ante una sala llena, Kovalchuk y sus compañeros voluntarios enseñan a una docena de personas cómo montar sus primeros drones FPV.
Cada participante en el taller tiene delante de si un juego de piezas de repuesto, incluidos componentes del bastidor, pequeños motores y cables. Los arman lenta y cuidadosamente mientras una instructora, Oksana, les da instrucciones.
“Se trata de drones completamente civiles que se utilizan para filmar eventos deportivos y que los militares inicialmente consideraron como un juguete”, explica Kovalchuk.
Un dron FPV es guiado por un operador, que lleva gafas, quien lo dirige en función de la vista que recibe de la cámara adjunta. En el ejército, cada dron se usa solo una vez y lleva un explosivo adjunto, que detona al impactar contra un objetivo.
Estos drones, que cuestan entre 350 y 500 dólares, pueden viajar a una velocidad de hasta 100 km/hora y se utilizan para destruir equipos valorados en millones, como tanques, sistemas de artillería o radares. Son capaces de volar kilómetros detrás de las posiciones de primera línea y, por lo tanto, se vuelven indispensables en ausencia de cantidades suficientes de proyectiles de artillería.
Dado que cada brigada utiliza entre 50 y 70 drones al día, es de vital importancia aumentar rápidamente la producción, subraya Kovalchuk.
Si bien Ucrania pudo haber tenido inicialmente una ventaja sobre Rusia, desde entonces su enemigo la ha alcanzado, dice. Rusia ha podido realizar grandes compras de componentes de China y ha lanzado iniciativas de producción centralizada.
La comunidad de voluntarios de Kovalchuk ha crecido naturalmente a partir de los empleados de varias empresas que han reunido sus recursos.
Cada mes producen alrededor de 100 drones y cada voluntario se centra en la parte específica del proceso de montaje que mejor puede realizar.
Sin embargo, Kovalchuk tiene más esperanzas en difundir el conocimiento a través de talleres para que otras empresas y voluntarios puedan iniciar sus propios esfuerzos de producción.
“Estoy aquí porque quiero contribuir a nuestra defensa. El uso de drones FPV es lo que hace que esta guerra sea única y es importante ayudar a nuestros muchachos a recibir la mayor cantidad posible”, dice Roman Malachivskyi.
Algunas instrucciones están disponibles online, incluido un curso de montaje de drones en la plataforma ucraniana de aprendizaje electrónico “Prometheus”, explica a Efe Sofia Melnichuk, voluntaria.
Sin embargo, afirma que para trabajar de forma rápida y eficiente se necesita práctica y orientación.
Los organizadores esperan desbloquear el potencial de las numerosas universidades de la ciudad, atrayendo a más estudiantes al montaje de drones. Sin embargo, la escasez de fondos sigue siendo un obstáculo y se espera que aumenten los pedidos estatales.
También se necesitan ingenieros más capaces, cuya escasez se siente después de años de inversión insuficiente en su preparación, dice Kovalchuk.
La guerra de drones entre Ucrania y Rusia significa que se realizan ajustes constantes para que los drones FPV sean más efectivos.
Se presta especial atención a contrarrestar los medios altamente desarrollados de guerra radioelectrónica que ambos bandos, especialmente Rusia, utilizan para desactivar los drones antes de que puedan causar daños.
Por ahora, al menos, una docena de nuevos drones estarán listos después del taller para ser probados antes de ser entregados al frente, dice Kovalchuk.
Algunos tardarán en ser operativos pero su producción representa el primer esfuerzo de sus creadores. Sigue siendo mejor que nada, con cada nuevo voluntario y cada dron producido capaz de salvar vidas en primera línea.