El Ejército asegura también que ha confiscado unas dos docenas de armas, destruido tres laboratorios de fabricación de bombas y neutralizado docenas de artefactos explosivos.
Las regiones de Yenín, Tulkarem y Tubas, todas en el norte cisjordano y bastiones históricos de milicias palestinas, han sido el objetivo de una "operación antiterrorista" a gran escala de las tropas israelíes desde hace nueve días, cuando irrumpieron con numerosas tropas además de tanques, buldóceres y helicópteros blindados, e incluso drones explosivos.
Según el Ministerio de Salud de la Autoridad Nacional Palestina, que gobierna partes cada vez más reducidas de Cisjordania, la incursión ha dejado 36 muertos (19 en Yenín, 10 en Tubas y 7 en Tulkarem), entre ellos ocho menores y dos ancianos, ademá de cerca de 150 heridos.
Con esta operación, denominada al interior de las tropas israelíes como "Campamentos de verano", el Ejército dijo que desmantelaría células del grupo islamista Hamás y de la Yihad Islámica Palestina, pero numerosos civiles se han visto afectados por los combates y por la estela de destrucción generalizada que ha quedado en las calles, casas, campos y estaciones eléctricas.
Los drones del Ejército "han volado más de 300 horas" en la zona, mientras que "los helicópteros de ataque permitieron a los combatientes llegar a la zona de forma segura y evacuar a los (soldados) heridos", indica un comunicado castrense.
"Más de 20 terroristas armados han sido atacados mediante ataques aéreos", precisó.
Esta madrugada, cinco palestinos murieron cuando un dron israelí atacó el vehículo en el que se encontraban en el campamento de refugiados de Fará, en Tubas.
Y en Yenín, el suministro eléctrico fue cortado en varios barrios de la ciudad y en su campo de refugiados, informó la agencia oficial de noticias palestina, Wafa, lo que agrava aún más las condiciones de vida de los habitantes, que apenas pueden salir de sus casas a buscar agua o comida entre el temor de ser alcanzado por un disparo.
Además, los soldados obligaron a seis familias palestinas a evacuar sus hogares en los barrios de Al Damaj y Jorat al Dahab, y a desplazarse a otros pueblos en ambulancias, una estrategia que aparentemente habrían aplicado a cientos de lugareños, según la agencia.
En Tulkarem, las fuerzas israelíes acordonaron el Hospital Gubernamental Shuhada Thabet para inspeccionar las ambulancias e interrogar a los paramédicos, informó Wafa, al precisar que los uniformados también persiguieron vehículos civiles mientras disparaban gases lacrimógenos y munición real contra los residentes.
Además, el Ejército desplegó más vehículos para rodear el campo de refugiados y concentró los ataques en los barrios de Al Madares y Al Okasha, donde allanaron varias casas, interrogaron a los residentes y agredieron físicamente a algunos jóvenes, añadió.
Una casa en el barrio de Al Madares del campo de refugiados que pertenecía a la familia Al Dush fue destruida con explosivos, lo que causó daños a viviendas aledañas y asfixia entre los vecinos.
Cisjordania ocupada vive su mayor espiral de violencia desde la Segunda Intifada (2000-05), y en lo que va de 2024 más de 330 palestinos han muerto por fuego israelí, la mayoría milicianos o atacantes pero también civiles, tras cerrar 2023 como el año más letal en dos décadas con más de 520 muertos.
Las redadas israelíes se llevan a cabo en territorio palestino sin órdenes judiciales y muchos de los arrestados se encuentran en "detención administrativa", una figura que permite a Israel encarcelar a personas sin cargos, pruebas ni juicio, durante periodos infinitamente prorrogables.
Se estima que unos 9.900 palestinos permanecen en cárceles israelíes, incluidos 250 menores y 86 mujeres, de los que un tercio están bajo "detención administrativa".