Las tensión en la alianza EEUU-Israel complica los equilibrios en la campaña electoral

Beatriz Pascual MacíasWashington, 2 oct (EFE).- La relación entre Israel y EE.UU. atraviesa su momento más tenso en décadas: tras un año marcado por el conflicto en Gaza, al que se opone una parte del electorado, Washington ve con creciente preocupación cómo su principal aliado en Oriente Medio aumenta la tensión hacia un enfrentamiento directo con Irán a un mes de las elecciones presidenciales.

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Uno de los mayores temores que el presidente estadounidense, Joe Biden, tenía cuando el 7 de octubre de 2023 el grupo islamista Hamás mató a 1.200 personas en Israel y tomó 250 rehenes, era que su país se viera empujado a defender a Israel en una gran guerra regional.

Biden no quería implicar a Estados Unidos más en Oriente Medio: ya había pagado en agosto de 2021 el precio de la retirada de Afganistán, donde murieron 13 soldados estadounidenses, estaba lidiando con la guerra en Ucrania y su prioridad estratégica era centrarse en la competición con China.

Expansión del conflicto

Pese a esa gran inversión de energías, Washington no ha logrado frenar la guerra en Gaza, donde ya han muerto más de 41.000 personas, y observa con alarma cómo el conflicto se expande hacia un segundo frente en el Líbano.

Israel ha intensificado en las últimas semanas sus bombardeos sobre el Líbano, asesinó al líder del grupo chií Hizbulá, Hasán Nasrala, aliado de Teherán, y ha emprendido una incursión terrestre que califica de limitada, pero ante la que Irán ha respondido lanzando cerca de 200 misiles sobre territorio israelí.

La analista Barbara Slavin, experta en Oriente Medio, considera que el mayor error del Gobierno de Biden ha sido la falta de determinación para "forzar" a Israel a un alto el fuego, algo que podría haber logrado, por ejemplo, condicionando el envío de armamento.

Durante la guerra en Gaza, EE.UU. ha mandado varios paquetes de armamento a Israel, incluido un último paquete de 20.000 millones de dólares anunciado en agosto. Sin embargo, en una ocasión, en mayo, detuvo el envío de 3.500 bombas, preocupado por su posible uso en zonas densamente pobladas en Gaza

Para la experta, una guerra regional no solo arrastraría a tropas estadounidenses a la región, sino que pondría bajo un nuevo prisma el legado de Biden en política exterior, especialmente su incapacidad para mediar en la crisis y contener a Israel.

Impacto en las elecciones

Una guerra regional podría también tener un gran impacto en las elecciones del 5 de noviembre en EE.UU., donde se enfrentan la vicepresidenta demócrata, Kamala Harris, y el expresidente republicano Donald Trump (2017-2021).

Harris ha mostrado una política de apoyo a Israel similar a la de Biden, pero con una mayor sensibilidad hacia el sufrimiento palestino. Por su parte, Trump apoya a Israel casi sin condiciones y desde la Casa Blanca auspició los Acuerdos de Abraham, que permitieron la reconciliación de Israel con Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos.

Además, Trump mantuvo una relación muy cercana con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, pero se enfadó con él cuando reconoció la victoria de Biden en las elecciones de 2020, en las que el republicano alega sin pruebas que hubo fraude.

El ganador de estos futuros comicios heredará una relación con Israel que atraviesa desafíos inéditos desde la guerra hace medio siglo del Yom Kipur (1973), la última contienda a gran escala entre Israel y una coalición de países árabes.

Sin embargo, el académico Hussein Ibish, especialista en la región, explica a EFE que pese a los altibajos de la relación bilateral Estados Unidos siempre respaldará a Israel, especialmente frente al enemigo común, Irán.

"La relación entre EE.UU. e Israel está institucionalizada y forma parte de la fibra de ambas naciones", sostiene Ibish.

Por eso, las presidenciales no tendrán un efecto a largo plazo en el vínculo entre EE.UU. e Israel. Sin embargo, en el corto plazo, una guerra en Oriente Medio sí podría acaparar la recta final de la campaña electoral.

Un evento de tal magnitud podría convertirse en lo que se conoce en la jerga política estadounidense como "sorpresa de octubre", un acontecimiento capaz de alterar drásticamente el curso de las elecciones y con resultados completamente impredecibles.

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