"Cuando visitamos los barrios más feos, donde se vende comida rápida o se pueden comprar muebles de segunda mano, vamos porque podemos obtener algo, pero no se nos ocurriría pasar unas vacaciones allí. No son feos porque alguien lo hiciera a propósito, sino porque no los cuidaron. Pero si esa fealdad es perseguida, sí estoy de acuerdo con ella", asegura en una entrevista con EFE.
Sagmeister, que este miércoles inaugura en el centro de cultura contemporánea La Térmica de Málaga 'Better', su primera exposición en España, pone al mismo nivel la belleza y la funcionalidad.
"En la segunda mitad del siglo XX, bajo la etiqueta de la funcionalidad, se aceptaban algunos proyectos como buenos, por ejemplo, viviendas públicas en los 70 que parecían hormigueros para que cupiese tanta gente como fuese posible. Al no buscar la belleza, esas viviendas quedaron deshabitadas años más tarde, porque la belleza es una aspiración humana".
¿Es objetiva la belleza?
Sostiene que, al 50 por ciento, la belleza es objetiva, "y en cualquier cultura o país estamos de acuerdo en elementos comunes, como que el azul es el color más atractivo y la forma más bella, el círculo".
"Pero hay otro 50 por ciento que depende del individuo, del bagaje anterior, de lo que haya visto antes. Si ha visto poco, estará menos abierto a lo nuevo, pero, si ha cultivado la mirada, estará más abierto a adoptar algo singular como bello".
Para Sagmeister, en el mundo actual estamos "rodeados de diseño, desde esta grabadora, este bolígrafo, este cuaderno o nuestra ropa, por lo que tiene repercusión en nuestras vidas".
"Un buen diseño puede tener un efecto positivo, puede influenciar cómo nos sentimos, y eso puede afectar a nuestros comportamientos. Es una gran responsabilidad y privilegio que tenemos los diseñadores".
¿Y podrá la inteligencia artificial sustituir al diseñador? "El nivel de sofisticación es tan alto, que habrá áreas donde se imponga".
Con su exposición en La Térmica quiere demostrar, con datos, que ahora el mundo es mejor que en el pasado en aspectos como la esperanza de vida, la salud, los derechos humanos o el conocimiento.
Pero en la sociedad actual impera un mensaje pesimista, a su juicio "por una serie de razones combinadas, la primera la inmediatez de los medios de comunicación, que publican a corto plazo, y porque los escándalos, catástrofes y lo negativo copan más atención que lo positivo".
"Además, una amígdala de nuestro cerebro es más receptiva a lo negativo, y nuestra condición humana se siente más atraída por lo negativo. Si cualquier periódico publicara solo noticias positivas, cerraría en tres o cuatro semanas".