Una aldea cristiana del sur del Líbano, un santuario de paz relativa entre las bombas

Noemí JaboisMjaydel (Líbano), 30 oct (EFE).- Al darse cuenta de la hora, un vecino de Mjaydel, una pequeña aldea cristiana del sur del Líbano, fija la mirada en otra población encaramada sobre una colina cercana, comentando que los cazas israelíes parecen tener en su "horario" bombardearla cada lunes a las 3 de la tarde.

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Según dice, es un área de mayoría chií, como casi todas donde se ha concentrado el grueso de la ofensiva aérea israelí iniciada hace más de cinco semanas contra el Líbano. En la aldea de la colina y otras localidades de los alrededores, muchos residentes han huido por temor a la violencia.

Mientras, Mjaydel mantiene aún a buena parte de su población, toda maronita, la mayor comunidad cristiana del país mediterráneo, y actúa como una suerte de santuario de relativa seguridad para desplazados de otras áreas.

Una iglesia con más de un siglo de historia y una clínica determinan lo que los vecinos consideran el centro de esta diminuta localidad arropada por montañas de cimas redondeadas. En la callejuela de al lado, una señal reza "A la casa del alcalde".

Es ese tipo de aldea en la que todos los vecinos se saludan por el nombre y a nadie se le escapa donde vive el 'mukhtar' o jefe del pueblo.

Pocas huidas

"La aldea tiene 750 habitantes, pero los que votan son 430 porque un gran número de personas emigraron fuera del país a Estados Unidos, Australia, Europa. Parte de la aldea está en Beirut, solo algunos se desplazaron, no muchos", explica a EFE el 'mukhtar' de Mjaydel, Yihad Yagi.

Debido a la emigración anterior al conflicto, el número de familias que viven aquí "todo el año" es de 76, de las que solo algunas han decidido moverse tras el inicio de la ofensiva israelí contra el Líbano el pasado 23 de septiembre.

Yagi afirma que los que viven en la capital aún vienen "a veces" a pasar el fin de semana y que la carretera que les une con la ciudad grande más cercana, Sidón, es perfectamente transitable pese a la violencia que azota con mucha más fuerza otras regiones más meridionales.

"La carretera está abierta, vamos con normalidad a Sidón sin problema. Excepto el incidente de ayer, pero a parte de esto bien. Ahora, a largo plazo nadie sabe, pero a corto plazo está todo funcionando", cuenta.

Se refiere a un bombardeo que esta semana dejó nueve muertos en Haret Saida, un extrarradio de Sidón en el que desemboca la carretera que lleva a Mjaydel y donde anoche mismo se volvió a producir un segundo ataque israelí con otras seis víctimas mortales, según datos oficiales.

En otra población cercana a esa carretera se produjo hace semanas la mayor masacre de la ofensiva área hasta la fecha, los casi medio centenar de muertos de Ain el Deb, mientras que en las cercanías más inmediatas ha sido atacada en algunas ocasiones la pequeña población de Kfar Hatta.

"Kfar Hatta ha sido expuesto a bombardeos tres veces, era muy intenso. Las familias de Kfar Hatta se vieron obligadas a desplazarse aquí a los centros de desplazamiento", apunta el 'mukhtar'.

La pequeña localidad maronita acoge a 350 "huéspedes" de esa y otras zonas. "No diré desplazados", subraya Yagi con una sonrisa afable.

"Tenemos una relación muy fuerte con nuestros vecinos, somos familia con ellos; no solo ahora, sino a lo largo de la historia. Una relación diaria juntos, sin ningún problema, estamos todos en la misma, los hemos recibido como familia por las circunstancias", sentencia.

"Ojalá todo acabe y cada uno pueda regresar a su casa", agrega.

Una iglesia para los desplazados

En Mjaydel no hay colegios por falta de niños, de modo que la opción de abrir albergues en las escuelas como en otras partes del Líbano no era posible. Por ello, entre los tres centros improvisados para los "invitados" hay un restaurante y un complejo religioso.

Al recinto cristiano, aislado sobre una cima cercana, se llega por un camino rural que serpentea desde el centro de la aldea. La enorme imagen de una virgen y una gran cruz de piedra dan la bienvenida al complejo, donde un grupo de desplazadas ataviadas con velos negros musulmanes echan la tarde charlando.

Frente a la iglesia del recinto, el encargado, que se identifica como Frere Maroun o 'hermano maronita', comenta como ahora solo una treintena de fieles acuden a las misas dominicales y como en, cada una de ellas, piden por la paz en el Líbano.

En total, el distrito al que pertenece la aldea, Jezzine, acoge a unos 8.000 desplazados.

"Esta zona es una zona modelo para la convivencia, Jezzine es una zona de carácter cristiano que acogió en su seno a los hermanos del sur, donde encontraron esta seguridad y el abrazo cálido y los servicios", afirma a EFE el diputado por Jezzine, Charbel Massaad.

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