El museo de Lenin de Tampere, fundado en 1946, estaba situado en el mismo edificio donde Lenin y su sucesor al frente del Partido Comunista de la Unión Soviética, Iósif Stalin, se encontraron por primera vez en una reunión secreta del movimiento bolchevique en 1905.
Según asegura el museo, fue en aquella reunión, en una época en la que Finlandia pertenecía todavía a Rusia, donde los bolcheviques concibieron la idea de iniciar una revolución para poner fin al Imperio Ruso e instaurar la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Durante décadas, el museo estuvo centrado en la figura y la vida de Lenin y recibió la visita de todos los líderes soviéticos que viajaron a Finlandia hasta el desmembramiento de la URSS en 1991.
El museo fue renovado en 2016 y cambió el enfoque de sus exposiciones para reflejar también la historia de la Unión Soviética desde un punto de vista crítico, atrayendo a un buen número de visitantes, entre ellos muchos nostálgicos de la época soviética.
Sin embargo, la invasión rusa de Ucrania provocó que la afluencia de público se desplomara y que el museo tuviese dificultades para encontrar financiamiento debido a su nombre, por lo que sus responsables optaron por cerrarlo definitivamente y crear un nuevo museo.
"La crueldad del autoritarismo ha vuelto a Rusia, pero es poco probable que esté relacionada con Lenin, quien murió hace más de cien años. De todos modos, el nombre del museo ya no se corresponde con el contenido de las exposiciones, induce a error a los visitantes y provoca malentendidos", explicó su director, Kalle Kallio, a la televisión nacional YLE.
Está previsto que el nuevo museo, bautizado como "Nootti" (protesta diplomática), abra sus puertas el próximo febrero en el mismo edificio, enfocado en las complejas relaciones bilaterales entre Finlandia y su gigante vecino del este, desde el inicio de la Unión Soviética hasta nuestros días.
El nuevo nombre hace referencia a las numerosas misivas enviadas al Gobierno finlandés desde Moscú para protestar contra ciertas políticas del país nórdico, tanto durante el periodo conocido como "finlandización" como tras el desplome de la Unión Soviética.
La controversia en torno a la figura de Lenin en un país cuya política exterior fue supervisada desde Moscú durante décadas llevó a que en los últimos años hayan sido retiradas todas las estatuas del histórico líder marxista que había en distintas ciudades de Finlandia.
Por su parte, el Kremlin ha utilizado la retirada de las efigies de Lenin y el cierre de su museo para convencer a la población rusa de que en Finlandia impera actualmente un supuesto sentimiento antirruso, como confirma el apoyo de Helsinki a Ucrania en la guerra y el ingreso del país nórdico en la OTAN.