La representación parlamentaria del PLD, liderado por el primer ministro, Shigeru Ishiba, y que gobernaba en coalición con el partido budista Komeito, cayó hasta los 191 escaños desde los 256 que poseía antes de las votaciones y perdió la mayoría -fijada en 233 escaños- que venía permitiéndole mantenerse en el poder casi ininterrumpidamente desde 1955.
Por su parte, el PDP, escisión del principal partido de la oposición, el Partido Democrático Constitucional (PDC), situada en la centro-derecha, logró cuadriplicar su representación hasta los 28 escaños en los comicios, y podría ser ahora una de las piezas clave para formar gobierno.
El socio de gobierno del PLD, Komeito, pasó de contar con 32 asientos a tener 24, una reducción que llevó a su líder, Keiichi Ishii, a anunciar este jueves su intención de dimitir, decisión que puede afectar a las negociaciones para formar gobierno.
El PDC de Yoshihiko Noda -último mandatario nipón de un partido distinto al PLD-, que sumó 50 escaños a los que ya poseía (pasó de 98 a 148), mantuvo conversaciones con el Partido Comunista y el Partido de la Restauración de Japón en la víspera, y hoy es el turno del PLD y el PDP.
Los partidos cuentan para ponerse de acuerdo con un periodo de 30 días desde conocerse los resultados de las votaciones, que amenazan con abrir un ciclo de inestabilidad política en Japón.
Tanto el PLD de Ishiba como el PDC de Noda han manifestado su disposición a buscar eventuales alianzas que les permitan gobernar, aunque por ahora han descartado cualquier opción de hacerlo juntos.