La apertura de la Verja fronteriza para el paso de vehículos se produjo poco más de dos años después de que el paso fuera abierto para los peatones, el 15 de diciembre de 1982.
Gibraltar, un pequeño enclave en la costa del sur de España, a escasos kilómetros de la costa africana, es colonia británica desde 1713, cuya soberanía reclama España de manera reiterada y que a lo largo de más de trescientos años ha sido un punto de roce en las relaciones entre ambos países.
El fin de un bloqueo
Con la apertura total de la Verja en 1985 acababa la etapa más dura de ese paso fronterizo, la que comenzó el 8 de junio de 1969, cuando el dictador Francisco Franco ordenó su cierre permanente y total y el corte de las comunicaciones.
La medida fue una respuesta a la entrada en vigor en el Peñón de Gibraltar de la Constitución de 1969, proclamada dos años después de que la población gibraltareña aprobara masivamente en un referéndum su deseo de seguir vinculada a la corona británica.
El cierre del paso fronterizo fue un duro golpe para los habitantes de Gibraltar y de la localidad fronteriza española de La Línea de La Concepción, dos poblaciones vecinas, unidas incluso por lazos familiares en muchos casos, y que quedaron separadas.
Para comunicarse tenían que quedar en la Verja y hablarse a gritos o desde la colonia tomar un barco hasta Marruecos para llegar al puerto español de Algeciras como única forma posible de salir del aislamiento.
Las mercancías debían dar el mismo rodeo.
El 15 de diciembre de 1982 el primer Consejo de Ministros del primer gobierno socialista de Felipe González ordenó la reapertura de la frontera, pero sólo para peatones. Los vehículos solo podían pasar en situaciones especiales y de emergencias, los bomberos, para trasladar a algún enfermo o un coche fúnebre, previa autorización de las autoridades.
Hubo que esperar al 5 de febrero de 1985 para que se permitiera la circulación de vehículos y mercancías; actualmente circulan por este paso una media de más 235.000 vehículos al mes, cerca de 8.000 al día, según las estadísticas gibraltareñas de 2023.
La apertura definitiva de la frontera abrió una etapa en la que la colonia británica y la comarca española fronteriza, el Campo de Gibraltar, volvieron a convertirse en vecinos interdependientes, pues facilitó las relaciones comerciales y de servicios de un ecosistema de empresas proveedoras de la zona.
Pendientes del brexit
Un ecosistema que aún está pendiente de cómo se resuelverá el ajuste de Gibraltar tras el Brexit en un acuerdo que se lleva esperando más de cuatro años, desde el Acuerdo de Nochevieja de 2020 en el que España, Reino Unido, la Unión Europea y Gibraltar trazaron un plan para que la situación, en lugar de complicar esos intercambios, se convirtiera en una oportunidad para impulsarlos.
Ese plan pasa por que la colonia forme parte del Espacio Schengen al amparo de España, pues el Reino Unido no pertenece a esta alianza de libre de circulación de personas y mercancías dentro de Europa. Con esa fórmula, la Verja desaparecería y las fronteras estarían en el puerto y el aeropuerto de Gibraltar.
Mientras pasan los años sin que ese acuerdo aterrice, tanto la circulación de vehículos, como la de peatones se mantiene con una aparente normalidad, como si el Brexit no hubiera entrado en vigor hace cinco años para el resto del Reino Unido.