"Los hospitales en el oeste de Siria registraron un incremento masivo de pacientes con heridas de bala", informó la organización en un comunicado.
Siria atravesó la semana pasada una ola de violencia en las provincias costeras de Latakia y Tartús, donde la ONU y otros organismos notificaron centenares de ejecuciones sumarias por parte de fuerzas oficialistas contra civiles, en su mayoría de la minoría alauita, a la que pertenecía la familia del derrocado Bashar al Asad.
La coordinadora de proyectos de MSF en el noroeste de Siria, Itta Helland-Hansen, lamentó que los eventos de la semana pasada se produjeron en un momento el que se han cerrado instalaciones "de un día para otro" debido al recorte en gastos en la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), llevado a cabo por la nueva administración de Donald Trump.
Desde MSF, detallaron que los hospitales Universitario de Latakia, Nacional de Tartús, Nacional de Baniyas y el de Jisr al Shugur recibieron cientos de heridos, muchos de ellos con heridas graves causadas por la violencia.
En el Jisr al Shugur, que trató a 94 pacientes y recibió 13 víctimas que no sobrevivieron, los equipos de MSF atendieron heridas de bala y de metralla y "muchos de los pacientes que llegaron al hospital presentaban heridas por traumatismos en el abdomen, los brazos y las piernas", según la organización.
En Tartús, donde hubo 122 ingresos, la organización ya trabaja para abrir un nuevo refuerzo a la sala de urgencias del hospital "para proporcionar apoyo adicional en caso de necesidad".