La primera parada de la reliquia fue la Catedral Metropolitana de São Paulo, donde el arzobispo y cardenal Odilo Scherer ofició una misa en su honor.
Desde el templo, la histórica cruz partió en procesión hacia el 'Pátio do Colégio', considerado el lugar fundacional de la capital paulista, ya que fue en ese punto donde se levantó la primera construcción de la ciudad: un centro para evangelizar indígenas.
"Es un momento muy especial", ya que la cruz representa una "gran experiencia de fe en torno al amor y la esperanza", dijo a los periodistas el rector del Santuario del Cristo Redentor de Río de Janeiro, Omar Raposo, presente en esta primera jornada de celebraciones.
Raposo afirmó que el objetivo de traer la cruz a Brasil es "integrar la fe" de la Iglesia católica en el país, fortalecer la "memoria como un importante activo" y ampliar "la experiencia" de todas las congregaciones y diocesanos.
Los actos de veneración continuarán con paradas en las sedes de la Federación de las Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), la mayor patronal del país, y la Asamblea Legislativa regional.
Al final del día, el gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, recibirá la cruz en una ceremonia institucional en el Palacio dos Bandeirantes, sede de la administración paulista.
De ahí partirá al Santuario de Nuestra Señora Aparecida, en el interior de São Paulo y punto central de la fe católica brasileña.
El periplo continuará hasta finales de abril por los estados de Rio Grande do Sul, Río de Janeiro, Pará, Brasilia y Bahía, coincidiendo con las festividades de la Semana Santa, según Raposo.
El viaje finalizará en la playa de la Coroa Vermelha, en el municipio de Santa Cruz Cabrália, donde Pedro Álvares Cabral desembarcó con su flota el 22 de abril del 1500, marcando la llegada oficial de los portugueses.
Cuatro días después, en ese mismo punto, tuvo lugar la primera misa católica en territorio brasileño con esa misma cruz que, 525 años después, ha vuelto al país suramericano procedente del Tesoro-Museo de la Catedral de Braga, en Portugal.
Brasil es hoy uno de los países con mayor número de fieles católicos del mundo, aunque en los últimos años ha visto perder terreno frente a las nuevas corrientes evangélicas.