"Desde marzo de 2025, los enfrentamientos armados y los bombardeos aéreos han causado más de 180 muertos, más de 250 heridos y unos 125.000 desplazados", afirmó en un comunicado la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en Sudán del Sur.
La agencia añadió que la violencia también "se ha cobrado la vida de cuatro trabajadores humanitarios, y seis instalaciones sanitarias se han visto obligadas a cerrar debido a los saqueos y la destrucción".
Durante una visita a Malakal, capital del estado del Alto Nilo (norte) donde comenzaron las hostilidades el pasado 4 de marzo, la coordinadora humanitaria para Sudán del Sur, Anita Kiki Gbeho, pidió a "todos los actores implicados en la violencia" que se abstengan de "dañar a la población, incluido el personal humanitario que arriesga su vida cada día para entregar ayuda".
Ayer mismo se suspendieron los servicios en el hospital de Ulang, una "línea de vida para 174.000 personas, tras el saqueo generalizado de varias instalaciones de la zona", indicó, y añadió que el "acceso humanitario sigue restringido y los suministros médicos críticos se están agotando rápidamente en medio de un brote de cólera que ya se ha cobrado 919 vidas y ha infectado a casi 49.000 personas" en el país africano.
Gbeho, que se reunió con las comunidades afectadas por el conflicto, y responsables políticos y de ONG durante su visita a Malakal, aseguró que este "último aumento de la violencia debe cesar".
"Esta violencia se produce en un momento en que la financiación humanitaria está disminuyendo y las necesidades urgentes están aumentando, no sólo en Alto Nilo sino en todo Sudán del Sur. Hoy, 9,3 millones de personas en todo el país necesitan ayuda", denunció.
Asimismo, recordó que el plan de respuesta humanitaria de 2025 para la nación más joven del mundo -que se independizó de Sudán en 2011- "sólo está financiado en la actualidad en un 12,6 %".
"Ante la inminencia de la estación de lluvias y la aceleración del brote de cólera, se necesita urgentemente un acceso rápido y sin trabas a las comunidades vulnerables, así como la entrega de suministros críticos, para salvar vidas", zanjó.
La región de Alto Nilo fue azotada en marzo por una ola de violencia sin precedentes desde la guerra civil sursudanesa (2013-2018), después de un ataque de la milicia denominada Ejército Blanco -vinculada a la oposición armada- contra una guarnición de las tropas gubernamentales en la ciudad de Nasir el pasado 4 de marzo.
Eso desató una serie de asesinatos, arrestos y una campaña de bombardeos de las fuerzas gubernamentales en Nasir con apoyo de Uganda.