Según un comunicado de la organización, la infraestructura hospitalaria, en la que se habían invertido millones de euros, quedó completamente destruida. Además, los intrusos se llevaron medicamentos por valor de 135.000 euros, por lo que el hospital se encuentra en ruinas e inoperativo.
“Se llevaron todo: equipo médico, computadoras portátiles, camas y colchones de pacientes de las salas, y aproximadamente nueve meses de suministros médicos, incluyendo dos aviones llenos de kits quirúrgicos y medicamentos entregados la semana anterior. Destruyeron todo lo que no pudieron transportar”, afirma Zakaria Mwatia, jefe de la misión de MSF para Sudán del Sur.
La funcionaria de MSF indicó que “las cuantiosas pérdidas causadas por los saqueos nos han dejado sin los recursos necesarios para continuar las operaciones. No nos queda otra opción que tomar la difícil decisión de cerrar el hospital y nuestro apoyo a 13 centros de atención primaria, ya que todos dependían del hospital para suministros médicos, derivaciones y asistencia técnica”.
El saqueo al hospital fue el segundo ataque contra MSF en la zona en menos de tres meses. En enero, dos barcos de la organización, que volvían a Ulang tras entregar suministros médicos al Hospital del Condado de Nasir, recibieron disparos por un grupo armado desconocido, lo que obligó al personal de MSF a saltar al agua y nadar para ponerse a salvo.
Menos de un mes después de este saqueo, otro hospital de MSF fue bombardeado en Old Fangak, estado de Jonglei, obligando a la organización a suspender también sus actividades en la región.
El cierre de estas instalaciones ha dejado la zona, que abarca más de 200 kilómetros, desde la frontera con Etiopía hasta Malakal, sin ningún centro de atención médica secundaria.
Eso ha elevado la presión asistencial significativamente sobre las pocas estructuras sanitarias que quedan en la región, que ha registrado una gran afluencia de pacientes en las últimas semanas, según MSF.
Sudán del Sur atraviesa una crisis política y de violencia desde el pasado mes de marzo, cuando la milicia denominada 'Ejército Blanco', inicialmente aliada de la oposición, atacó una guarnición de las fuerzas gubernamentales de Yuba.
El gobierno de Salvador Kiir responsabilizó al vicepresidente y líder opositor Riek Machar de este ataque y comenzó a destituir y encarcelar a representantes de su agrupación política, lo que ha puesto en riesgo los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra civil en 2015.