“He sido testigo del coste humano que está teniendo la retirada global de la solidaridad y la financiación. Los choques climáticos, la violencia creciente y el hambre descontrolada están teniendo un impacto terrible en la población”, describió el secretario general del NRC, Jan Egeland, en un comunicado.
“Ahora se encuentran al borde del abismo, con un sufrimiento inmenso por delante si el mundo no pone fin a su abandono”, agregó Egeland, quien esta semana visita el país africano.
La ONG humanitaria recordó que desde 2017 la provincia de Cabo Delgado (norte) sufre ataques del grupo yihadista Al Shabab (sin relación con el grupo homónimo somalí), y que en marzo pasado la población sufrió 52 atentados con un saldo de 39 muertos y 153 secuestros.
Hasta la fecha, la violencia desplazó en esa zona a unos 1,4 millones de personas, de las cuales 600.000 se vieron obligados a regresar a sus hogares sin garantías de seguridad.
A esta situación se sumaron los ciclones consecutivos, -Chido, Dikeledi y Jude-, entre diciembre y marzo pasado, que destrozaron hogares, escuelas, centros de salud y tierras de cultivos.
De acuerdo al Consejo Noruego, las crisis combinadas empujaron a casi cinco millones de mozambiqueños al hambre, de los que al menos 900.000 están en situación de emergencia.
“El hambre se apoderó de Mozambique en cuanto lo hizo el conflicto. Donde silban las balas, se marchitan los cultivos, colapsan las cadenas de suministro y las familias pasan hambre”, indicó Egeland.
La ONG alertó que los daños en la infraestructura del país, la inseguridad y la escasez de combustible “están paralizando las operaciones de asistencia”, donde las agencias humanitarias -incluida el NRC- han reducido sus actividades ante la falta de fondos, trabas burocráticas y ataques a convoyes de ayuda.
El NRC subrayó la necesidad de una acción internacional inmediata y sostenida para evitar una hambruna a gran escala que pase por inversión urgente en la recuperación agrícola y apoyo a la pesca en zonas costeras, nutrición infantil y protección para personas obligadas a huir de la violencia.