En la celebración de su nacimiento -un 2 de julio de 1925- el centro cultural congoleño de Bruselas exhibe durante todo el mes de julio una exposición en la que cinco jóvenes artistas de la Academia de Bellas Artes de Kinsasa exploran los desafíos a los que se enfrenta la sociedad congoleña contemporánea a través de los ojos de Lumumba.
“Detrás está el deseo de transmitir la memoria, la historia, a las generaciones actuales. Y recordar a la gente que la figura de Lumumba, que la lucha de Lumumba, no pertenece al pasado, es una lucha actual”, dijo en declaraciones a EFE el comisario de la exposición, Dady Mbumba, quien colabora con la organización sin ánimo de lucro CAUSE.
El centro, que abrió sus puertas hace menos de dos años, pretende ofrecer un espacio para la cooperación internacional y el diálogo intercultural a través del arte, la cultura y la educación.
“No es sólo para los congoleños y para los africanos”, recalcó Mbumba, “la historia de Lumumba es historia de la humanidad, es la historia de un hombre que se opuso a la injusticia, defendió al pueblo, defendió la independencia, defendió la igualdad social”.
Los artistas, la mayoría menores de 25 años en su último año de estudios, retratan a través de la pintura y el arte plástico las dificultades que afrontan las personas jóvenes en la República Democrática del Congo y tienden la mano entre el pasado -la época colonial- y el presente.
Desde obras que describen la contaminación por plásticos que ahogan su capital, Kinsasa, hasta manos ensangrentadas en gesto de ofrecimiento con un teléfono móvil.
La exposición también explora artistas pasados, como Albert y Antoinette Lubaki, cuyas pinturas fueron las primeras expuestas en Bélgica por artistas congoleños en 1929, y las transporta al mundo contemporáneo con un enfoque de crítica social.
“No podemos venir a Bruselas porque no tenemos pasaportes, pero nuestro arte puede cruzar”, añadió el comisario de arte.
Historia inacabada
Lumumba emergió como una de las figuras principales del movimiento independentista del Congo contra más de 50 años de dominio colonial belga, y su nombramiento como primer ministro en 1960 devolvió al pueblo congoleño la esperanza de un futuro soberano.
Sin embargo, fue destituido pocos meses después en un golpe de Estado respaldado por Bélgica y asesinado el 17 de enero de 1961 a manos de fuerzas separatistas con el apoyo de la CIA y el antiguo gobierno colonial belga tan sólo siete meses después de ser nombrado primer ministro.
En 2022, más de seis décadas más tarde, el primer ministro de Bélgica, Alexander De Croo, reconoció que su país había sido moralmente responsable de la muerte de Lumumba y, ese mismo año, sus únicos restos -un diente- fueron devueltos a sus hijos.
Sin embargo, la complicidad de Bélgica en el asesinato del líder antimperialista sigue sin ser un capítulo cerrado.
En 2011, el hijo mayor de Lumumba, François, interpuso una demanda civil contra diez ciudadanos belgas presuntamente implicados en el asesinato de su padre.
De ellos solo Etienne Davignon, quien en el momento del asesinato era un diplomático de 29 años enviado a la República Democrática del Congo, sigue con vida.
Durante esos años, el aristócrata belga trabajó en el equipo del ministro belga de Asuntos Exteriores, Paul-Henri Spaak, convirtiéndose en su jefe de gabinete pocos años después. Entre 1977 y 1984, fue Vicepresidente de la Comisión de la Comunidad Económica Europea y Comisario de Industria.
El pasado mes de junio, la Fiscalía Federal de Bélgica solicitó que Davignon fuera llevando ante los tribunales por su posible implicación en el asesinato de Lumumba, tras más de diez años de investigación.
“Cuando los afrodescendientes o los congoleños sufren la discriminación en el empleo, la discriminación en la vivienda… Estas son las cuestiones que están en juego”, dijo Mbumba preguntado por la importancia del juicio de Davignon. Encarcelarlo, añadió, “no hará justicia a la familia Lumumba ni a la juventud congoleña” pero sería un símbolo.
“Son símbolos, y son importantes, pero debemos avanzar hacia la construcción de modelos positivos. Lumumba no es un santo, pero es un símbolo. Y lo que tomamos de este símbolo es justicia y sentido de la libertad”, concluyó el comisario de la exposición.