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Giuseppe Sorrana se pasea por el campamento de evacuados del pequeño municipio de Visso, enclavado entre las montañas y cuyas calles presentan un aspecto desolador, debido a la fuga de sus habitantes tras los terremotos de las últimas horas.
En su opinión, el seísmo ha dado la última estocada a una zona turística del país para los amantes de la montaña y que ya se había visto perjudicada por el devastador terremoto que asoló la cercana Amatrice el pasado 24 de agosto, causando 297 muertos.
En esta ocasión por el momento no se han registrado víctimas mortales y contados son los heridos, si bien en opinión de Sorrana las sacudidas han infundido el miedo en la población, pero también en los turistas que les visitan cada año.
“Aquí todos nos hemos convertido en pobres. Antes era una zona turística, pero después del 24 de agosto la gente empezó a irse desde el 25. Nos hemos quedado nosotros porque somos residentes”, señaló, para después expresar su deseo de que el verano reviva el turismo.
Sorrana lamentó que los restaurantes donde antes se servía suculenta comida de montaña, “ahora están todos cerrados”.
“Aquí no viene nadie. Las casas y ciertas calles están arruinadas. Ha sido el golpe final”, sentenció.
El campamento levantado en Visso acoge a entre 250 y 300 evacuados, si bien en las próximas horas llegarán hasta 700 personas más de los municipios cercanos en búsqueda de un lugar donde pasar las frías noches de la montaña.
Ante esta situación, las autoridades prevén trasladar a cerca de la mitad de los refugiados a alojamientos del litoral este italiano, debido a que el campamento carece de la capacidad suficiente para acoger a todos, y menos en una noche que se prevé lluviosa.
Dos meses después del terremoto del 24 de agostó, que devastó localidades enteras y causó 297 muertos, en la misma zona se produjo ayer un temblor de magnitud 5,4 en la escala Richter a las 19.11 hora local (17.11 GMT) y a las 21.18 horas (19.18 GMT) otro de 5,9 grados.