El año pasado, antes de que empezaran las lluvias, la situación ya fue bastante difícil de contar con suficiente agua mezclada, dulce y salada, especialmente para los trabajos en los nuevos terraplenes de la duplicación de la Transchaco. Entonces los contratistas limpiaron tajamares de las propiedades cercanas, esperando lluvias y perforaron pozos profundos en la franja de dominio para contar, por lo menos, con agua salada que trataron de mezclar con agua dulce de algún reservorio que aún tenían el vital líquido.
Ahora no solamente tienen acceso a suficiente agua, sino que las lluvias caen casi cada día en forma intermitente, a veces más fuerte, otras son solo chaparrones, pero impactan en la reanudación lenta de las obras, ya que son interrumpidas repetidas veces. Esa fue la situación durante toda esta primera semana de trabajo en la Transchaco.
Los propios contratistas manifestaron en reiteradas ocasiones que la sequía el año pasado permitió que los trabajos avancen rápidamente y en forma ininterrumpida. Estas tareas se llevaron a cabo en los tramos ya en ejecución de la Transchaco, como los lotes 5, 6, 7 y 8, de Río Verde a Mariscal Estigarribia y accesos, así como en el Corredor Bioceánico.
A esto se suma el hecho de que las obras no fueron paradas en ningún momento por la pandemia, mientras la construcción civil si sufrió suspensiones en su momento.