El pato y el futuro

Si alguien tenía aún alguna duda sobre cuál era el nivel de acatamiento de los decretos presidenciales sobre la cuarentena, imagino que en esta Semana Santa se la habrá sacado, al observar la cantidad de ceremonias religiosas en las que directamente ignoraron la prohibición de que asistan más de veinte personas a los actos de culto.

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Las misas llenas de gente y las reiteradas justificaciones de sus responsables, de que se estaban guardando las distancias, fueron solo la constatación de que aún ni aquellos que enuncian postulados morales sobre la vida colectiva ya estaban dispuestos a acatar las disposiciones de un gobierno que directamente perdió autoridad.

Así vimos gente apiñada en espacios públicos reducidos mientras en la calle la policía instalaba sus anacrónicas barreras de control para aleccionar a infractores del decreto.

El hartazgo fue también documentado esta semana por los micro, pequeños y medianos empresarios, quienes advirtieron al presidente que ya no estaban dispuestos a aguantar nuevas prohibiciones, ante la insuficiencia de la ayuda recibida y la sensación de que las normas y los controles solo rigen para quienes tienen la voluntad de respetar los decretos y trabajar formalmente.

Ese es hoy el punto central. El desgaste natural por el tiempo transcurrido, pero, sobre todo, el desgaste propiciado por el mismo gobierno por acción u omisión en casos de corrupción, derivaron hoy en la pérdida de autoridad, el hastío ciudadano, la rebeldía hacia cualquier disposición oficial y la sostenida crítica hacia la falta de políticas de apoyo a empleadores y trabajadores.

Quedan aún más de dos años y cuatro meses para que este periodo de gobierno concluya, y la sensación de desgaste es la de alguien que hace tiempo entró a la recta final de su mandato, como en aquel periodo que se genera entre las elecciones presidenciales y la asunción del nuevo presidente electo, para generar algo que desde el análisis político se bautizó como el síndrome del pato rengo.

Así se denomina tradicionalmente en política a quien dejará el cargo próximamente y va perdiendo poder ante la llegada de un sucesor, porque va siendo abandonado por la bandada que huye del riesgo de su compañía.

Falta aún casi medio periodo de mandato y la sensación es la de un presidente débil y cautivo de sus coyunturales aliados políticos.

¿Qué fuerza tiene hoy el presidente para tomar decisiones? y ¿quién es el que genuinamente toma hoy las decisiones de gobierno? fueron las preguntas que compartimos con la analista Milda Rivarola esta semana en la 730AM.

Elaborando la teoría de que el gobierno está feudalizado, con ministerios y espacios del poder público controlados por diferentes grupos colorados, Rivarola sostiene que por la propia debilidad del presidente esta es una coalición de intereses parcelados.

Le agregamos al análisis que lo más perjudicial es que las decisiones del presidente no responden a un plan de gobierno, sino a la necesidad de dar satisfacción a intereses puntuales, de grupos determinados.

Es decir, el interés general está claramente subordinado al interés coyuntural de loteamiento del poder. Esa es la forma en la que el presidente hoy gobierna.

¿Qué nos espera entonces?

La analista estima que volveremos a tener mecanismos conspiraticios y de presión reactivándose luego de este 15 de agosto, por aquella cláusula constitucional que le da al Congreso la posibilidad de designar directamente a un vicepresidente sin ir a elecciones si esa vacancia se produce luego del tercer año de mandato.

Le agregamos lo imprevisible. La salud, que es la que sostuvo a este gobierno durante buenos meses, es la que podría tumbarlo si llegan a producirse episodios más dramáticos que enciendan la indignación ciudadana obligando a los aliados a soltarle la mano al presidente.

“Lo que es seguro es que vamos a tener ingobernabilidad y debilidad de mando en los próximos años” vaticina Rivarola.

Uno quisiera decirle que no, pero nuestra historia política y la coyuntura actual no otorgan argumentos para contradecir la idea.

guille@abc.com.py

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